...Cuando cuesta tanto renunciar, dejar la silla, ceder espacio, reconocer que otros pueden hacerlo mejor, este anciano ha enarbolado, como tantas veces ha hecho, la bandera de la sencillez y se va, con la misma tímida fuerza con la que llegó. Nos dijo que era “un humilde trabajador de la viña del Señor” cuando asumió el pontificado, y se va con la humildad de “reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”. ¡Cómo debemos aprender todos de esta actitud!
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