La conmemoración de los fieles difuntos es complementaria de la solemnidad de Todos los Santos. Nuestro destino, una vez atravesados con y por la gracia de Dios los caminos de la santidad, es el cielo, la vida para siempre. Y su inexcusable puerta es la desaparición física y terrena, la muerte. Por ello, el día de los Difuntos es ocasión para reflexionar sobre la vida, para hallar, siquiera en el corazón, su verdadera sabiduría y sentido, que son la sabiduría y el sentido del Dios que nos ama y nos salva y cuya gloria es la Vida del hombre.
En este día (2 de noviembre), el obispo de la Diócesis presidió sendas Eucaristías en el cementerio de San Luis (La Laguna) y en el cementerio de Santa Lastenia (Santa Cruz de Tenerife), respectivamente, con motivo de la Conmemoración litúrgica de los Fieles Difuntos.
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