SALUDA
La mujer que habitó en el templo es ahora la mujer reconocida, la que sube a los cielos para habitar con Dios. En estas fiestas de Agosto de la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias, quisiera traer a nuestra memoria un modo de habitar diferente, un modo de estar presente.
Cuando tenemos la certeza y la seguridad que alguien a nuestro lado habita junto a nosotros, su presencia es creadora de nuevos proyectos, y nuevas formas de asumir la vida con coraje y valentía, sin que por ello perdamos la serenidad.
El habitar supone construir esas nuevas ilusiones y esos nuevos proyectos. Pero requiere alejarnos por un momento de la queja, y permitirnos soñar, en medio de las adversidades. Sin embargo, si no nos indicamos algún error, nuestro habitar puede convertirse en una ausencia de convivencia.
A lo largo de los años, la Virgen de Candelaria, no sólo ha habitado en el corazón de todos los canarios, sino que ha asumido también otro significado que contiene la acción de habitar. Me refiero al carácter de dar o conferir la personalidad, o identidad a un pueblo. La Villa de Candelaria no sólo no ha de cerrar los ojos a esta realidad, sino que ha de mirar a su pasado para alejarse de la queja, y dirigir también la mirada al presente para cuestionar cómo estamos construyendo la identidad, la cultura, y la personalidad de este pueblo.
Habitar también puede medir nuestra capacidad de convivir y acoger como los niveles del mar, o los niveles de una tinaja para el agua. Nuestra capacidad para recibir y acoger será la clave que nos paralizará nuestros brazos por las piedras que pretendamos lanzar, si es que hemos decidido amedrentar, o hará brotar de sangre nuestras manos, si en lugar de habitar optamos por la amenaza.
Habitar es mirar a cada persona que se acerca a nuestra Basílica. Admiro a las personas que logran mirar y entrar en el templo para permanecer y celebrar. Para ello, han pasado por muchos obstáculos que han encontrado por el camino para acceder al templo, en ocasiones demasiados numerosos y descompensados, a veces por obras necesarias, otras por actividades que pudieran celebrarse en otro lugar. Sin embargo, hacen lo posible para que el logro sea simplemente llegar a ver a su Patrona. Ellos no sólo alimentan la vida del templo, también recorren nuestras calles y nuestros comercios. Habitar como pueblo con la Patrona de Canarias, significa analizar qué impedimentos ponemos a los numerosos creyentes que se acercan a rezar y a convivir. Se acercan tanto para habitar junto a la Virgen de Candelaria como junto a nosotros, así como Dios, en su hijo, quiso habitar en nuestros corazones. Se acercan para compartir su tiempo con nosotros, y nuestra alegría de ser sencillamente quienes somos. Habitar es aceptar lo que somos para que otros puedan ser habitables. Habitar significa compartir también la alegría que disfrutamos y podemos agradecer. Felices fiestas a todos.
Fray Alexis González de León
Rector de la Basílica
Rector de la Basílica
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