Según el físico Manuel Lozano, que acaba de publicar un libro con el título "El fin de la Ciencia (debate)", "es sencillo justificar el gasto en investigación científica".
Dice él, "El bostón de Higgs es como las catedrales antiguas. ¿Para qué sirve una catedral? Para adorar a Dios, no te fastidia. ¿Por qué había intrigas y conspiraciones para que una catedral se construyera en un lugar y no en otro? Suponía un mercado semanal, trabajo durante muchos años y, al final y sobretodo, se aprendió a construir en piedra. Hasta entonces todas las casas eran de adobe o madera y ardían con muchísima facilidad. La gente dice ahora que el bosón de Higgs no vale para nada. Pues claro, no vamos a comer sopa de bosón. Pero los tíos que han estado persiguiendo el hallazgo del bosón son gente que en sus campos de investigación son buenísimos y luego van a ir a las empresas, se van a colocar y van a hacer cosas que le interesen a la sociedad". Invertir en una obra así tiene repercusiones insospechadas para una sociedad, nos viene a decir.
Lo curioso es que esta reflexión la leía estos días precisamente a doscientos metros de la impresionante Catedral de Burgos. Se inauguraba el curso en la Facultad de Teología y debía estar allí. Aquella catedral es un monumento portentoso, hecho, evidentemente, para alabar a Dios, además de todos aquellos beneficios que, como recuerda el científico citado, acompañan siempre a una monumental obra humana como ésta.
¿Cómo no pensar, con cierta melancolía, en nuestra Catedral de La Laguna a los pies de la Catedral de Burgos? ¿Y cómo evitar un sentimiento de sana envidia? El secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle, nos explicó la semana pasada que el Gobierno de España mantendrá en 2012 el convenio para restaurar la Catedral de La Laguna, cuyo compromiso presupuestario está "reflejado", y, por otro lado, analizará las "posibilidades" de "cumplir" durante los siguientes años, pese a "las dificultades".
Para los católicos tinerfeños, el para qué de la Catedral tiene un componente espiritual, evidentemente. Pero, ¿quién va a dudar del valor añadido que tendrá su restauración para la arquitectura con fibra de polipropileno y hormigones autocopactables para el futuro de la arquitectura mundial? ¿Quién va a dudar del valor añadido para una ciudad que es Patrimonio de la Humanidad que mantiene cerradas durante casi una década su primer y más significativo templo? Ya sabemos que no vamos a comer sopa de bosón" (Juan Pedro Rivero, director del ISTIC).
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