Ariel José Calandra, Sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado en el Monasterio Ntra. Sra. del Socorro en Güimar. 31 años.
“Me percaté de que me llamaban a la vida contemplativa desde pequeño”. “Antes de recibir la primera comunión, cuando el sacerdote estaba consagrando, recuerdo que la gracia que pedía en ese momento era algún día realizar lo mismo”. “A través de los años de estudios me di cuenta de que Dios me pedía una entrega más grande”. “Encerrarme, que no aislarme, siempre teniendo presente las palabras del evangelio donde dice que uno para orar debe encerarse en su habitación y hablar con el Padre que está en lo secreto”. “También me movió a pedir la vida contemplativa la necesidad de llevar una vida de penitencia y oración por los pecados nuestros y por el mundo entero”. “Como decía el beato Marto de buscar consolar a nuestro Señor en la cruz”. “Cuando uno lee en las Escrituras las palabras del profeta Joel cuando dice que “entre el altar y el atrio lloran los sacerdotes pidiendo a Dios y misericordia”, eso fortalecía ese llamado a reparar nuestros pecados y a pedir la misericordia del Padre”. “Aquí (en el monasterio), junto al trabajo diario ofrecido, me dedico a ello”. AGRADEZCAMOS Y RECEMOS.
“Me percaté de que me llamaban a la vida contemplativa desde pequeño”. “Antes de recibir la primera comunión, cuando el sacerdote estaba consagrando, recuerdo que la gracia que pedía en ese momento era algún día realizar lo mismo”. “A través de los años de estudios me di cuenta de que Dios me pedía una entrega más grande”. “Encerrarme, que no aislarme, siempre teniendo presente las palabras del evangelio donde dice que uno para orar debe encerarse en su habitación y hablar con el Padre que está en lo secreto”. “También me movió a pedir la vida contemplativa la necesidad de llevar una vida de penitencia y oración por los pecados nuestros y por el mundo entero”. “Como decía el beato Marto de buscar consolar a nuestro Señor en la cruz”. “Cuando uno lee en las Escrituras las palabras del profeta Joel cuando dice que “entre el altar y el atrio lloran los sacerdotes pidiendo a Dios y misericordia”, eso fortalecía ese llamado a reparar nuestros pecados y a pedir la misericordia del Padre”. “Aquí (en el monasterio), junto al trabajo diario ofrecido, me dedico a ello”. AGRADEZCAMOS Y RECEMOS.
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