Poco antes de las cuatro de la tarde de este domingo, seis sacerdotes iniciaban el traslado del cuerpo sin vida del Obispo Felipe Fernández al coche fúnebre que esperaba en la calle de S. Agustín. El prelado había sido velado hasta entonces en la capilla de la sede del Obispado.
Una hermana y un hermano del finado, otros familiares, el Obispo, sus vicarios generales, junto a un nutrido grupo de sacerdotes, el alcalde de Aguere, otras representaciones públicas, miembros de las hermandades y cofradías de la ciudad y otros diocesanos, participaban en la comitiva fúnebre que se dirigía a la Sede provisional de la Santa Iglesia Catedral. La lluvia hizo que el trayecto se hiciera a un ritmo más acelerado, una vez sobrepasado el edificio en obras de la Catedral.
A las puertas del templo de La Concepción, de nuevo, los sacerdotes portaron el féretro mientras la banda de música municipal entonaba la última marcha.
Los ecos del salmo bíblico: “Qué alegría cuando me dijeron vamos a la casa del Señor”, cantado por el Coro Epifanía y los fieles presentes en el templo, dieron un tono emotivo a esta parte final del trayecto que condujo el cuerpo del XI Obispo Nivariense hasta delante del altar, donde fue instalada la capilla ardiente.
En la Misa, que presidió a continuación el Obispo Bernardo Álvarez, señalaba que “la providencia quiso que D. Felipe falleciera mientras celebrábamos la pasión y muerte de Jesús, y que fuera trasladado a la Catedral, el día glorioso de la Resurrección del Señor”. Además, indicaba Álvarez, “todos somos familia de D. Felipe. Él fue nuestro pastor, nuestro padre, durante los catorce años que guió la marcha de esta Iglesia Diocesana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario