miércoles, 18 de mayo de 2011

FALLECIÓ EL PADRE FERNANDO LORENTE, DE SAN JUAN DE DIOS

En la tarde de este miércoles fallecía el Padre Fernando Lorente, en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital S. Juan de Dios, donde permanecía ingresado desde hace algunos días. El Padre Lorente pertenecía a la Órden Hospitalaria y era capellán de esta clínica. La Misa Exequial se celebrará este jueves a las 15 horas en la parroquia lagunera de La Concepción, actual Sede de la Catedral, y estará presidida por el Obispo.

Nacido el 30 de julio de 1921 en Poyales del Hoyo (Ávila), ingresó en el postulantado de Ciempozuelos el 24 de noviembre de 1941, y tomó el hábito de novicio el 25 de marzo del año siguiente. Hizo su profesión temporal en Ciempozuelos el 26 de marzo de 1943 y la solemne el mismo día de 1946.

Fue ordenado sacerdote en la Basílica de San Juan de Dios de Gra­nada el 3 de noviembre de 1984. Ese año fue enviado como Capellán al Hospital S. Juan de Dios, en Tenerife, donde permanecía actualmente.

El obispo, Bernardo Álvarez ha recordado la figura del Padre Lorente:
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1 comentario:

Alberto dijo...

Queridos hermanos en la fe.

Me ha embargado una enorme tristeza al conocer la noticia. El pasado verano fue la última vez que le vi. Todos sabíamos que su salud era muy frágil, pero la pérdida de un ser querido - como para mí lo es el Padre Fernando - no por esperada deja de causar tristeza.
Tras toda una vida dedicada a los enfermos y, en general, a todos los que acudían a él por el motivo que fuese, Dios lo ha llamado a Su Presencia. Ahora disfruta del Descanso, en espera de la llegada definitiva del Padre.
He tenido la dicha de ser uno de los muchos enfermos que el Padre Fernando ayudó con sus palabras pero, sobre todo, con su ejemplo.
Nunca podré agradecerle todo lo que hizo por mí. Una operación que en principio no pasaba de ser rutinaria, se convirtió en todo un suplicio, con cirugías interminables una tras otra durante cinco años.
Sin embargo, por la Gracia de Dios Vivo, apareció en mi vida el Padre Fernando y el suplicio se convirtió en Bendición. Él, con su vida, me demostró el valor auténtico del sufrimiento, su verdadero sentido: enseñarnos a ser mejores, porque modula y hace más valiosa nuestra fe. Es una prueba, una piedra en el camino, cierto, pero que nos ayuda a valorar en su justa medida las cosas importantes de la vida y centrarnos en lo esencial de nuestra existencia: que somos hijos de Dios y que debemos ayudarle a que el mundo que nos rodea sea como ÉL quiere. Y son muchas las maneras de ayudar al Señor - y al prójimo -, una de las cuales es la enfermedad; el sufrimiento no sólo es una bendición para nuestras almas, sino una manera de demostrar a quienes rodean que, pese a las dificultades, perseveramos en la fe porque tenemos la convicción de que vivir por y para Dios (y por tanto, por y para nuestros hermanos), es lo más importante de la vida humana; y lo demostramos siendo felices en esas circunstancias, aunque estemos llenos de dolor.
¡Qué lástima ver el poco - o nulo -sentido del sacrificio hay en esta sociedad nuestra que llamamos "avanzada"!
Todo ello lo aprendí gracias al Padre Fernando. ¡Cuánto me gustaba conversar con él! Porque su conversación siempre fue muy edificante y aleccionador.
Mi humilde homenaje, pues, al Padre Fernando Lorente. Si soy digno de entrar en el Reino de Dios, espero volver a abrazarle en la Casa Solariega del Cielo.

Con todo respeto y cariño

Alberto