A primera hora de la tarde de este jueves, en la Sede Catedralicia, el Obispo presidía la Misa Exequial por el Padre Fernando Lorente, de la Orden Hospitalaria de S. Juan de Dios. En la celebración estaban presentes algunos familiares del padre Lorente, así como el provincial de la Orden, que llegaba anoche desde Roma, y los superiores de las comunidades de Sevilla, Gran Canaria y Tenerife.
En una sentida homilía, el prelado nivariense resaltaba que estábamos celebrando la vida y la muerte de un sacerdote y religioso, con una “vida entregada a las obras de la misericordia”, ya que –señaló Bernardo Álvarez- el padre Fernando fue en cierta manera “un apóstol de los enfermos”. En los casi 27 años de servicio en el hospital tinerfeño de S. Juan de Dios, Lorente “ayudó a bien morir a miles de personas, los preparó para el encuentro con el Padre Dios y, él mismo ya enfermo -sostuvo el prelado- “siguió siendo apóstol para los enfermos estando él mismo enfermo. Qué gran obra de misericordia ayudar a bien morir”.
Fue una persona- expuso- que hasta el último momento estuvo entregado totalmente a su vocación de sacerdote al servicio de los enfermos. Era hermoso cuando visitaba San Juan de Dios verlo por el pasillo con el taca taca, caminando despacito, pero eso no le impedía acercarse a los enfermos a ofrecerles sus servicios espirituales. Llevaba siempre una cestita en la andadora con sus estampas para dárselas a las personas que se encontraba. En definitiva, un sacerdote que vivió para los enfermos y murió sirviéndolos. Como se suele decir, con las botas puestas.
El Obispo prosiguió destacando que “también tenía una vena periodística que hizo que a lo largo de muchos publicara semanalmente un artículo en la prensa, que luego se han recopilado en libros. Yo estuve visitándole hace 4 o 5 días cuando estaba ya bastante grave y le acababan de traer de la imprenta en ese momento un libro, una recopilación de los artículos dedicados al beato Juan Pablo II.
En una sentida homilía, el prelado nivariense resaltaba que estábamos celebrando la vida y la muerte de un sacerdote y religioso, con una “vida entregada a las obras de la misericordia”, ya que –señaló Bernardo Álvarez- el padre Fernando fue en cierta manera “un apóstol de los enfermos”. En los casi 27 años de servicio en el hospital tinerfeño de S. Juan de Dios, Lorente “ayudó a bien morir a miles de personas, los preparó para el encuentro con el Padre Dios y, él mismo ya enfermo -sostuvo el prelado- “siguió siendo apóstol para los enfermos estando él mismo enfermo. Qué gran obra de misericordia ayudar a bien morir”.
Fue una persona- expuso- que hasta el último momento estuvo entregado totalmente a su vocación de sacerdote al servicio de los enfermos. Era hermoso cuando visitaba San Juan de Dios verlo por el pasillo con el taca taca, caminando despacito, pero eso no le impedía acercarse a los enfermos a ofrecerles sus servicios espirituales. Llevaba siempre una cestita en la andadora con sus estampas para dárselas a las personas que se encontraba. En definitiva, un sacerdote que vivió para los enfermos y murió sirviéndolos. Como se suele decir, con las botas puestas.
El Obispo prosiguió destacando que “también tenía una vena periodística que hizo que a lo largo de muchos publicara semanalmente un artículo en la prensa, que luego se han recopilado en libros. Yo estuve visitándole hace 4 o 5 días cuando estaba ya bastante grave y le acababan de traer de la imprenta en ese momento un libro, una recopilación de los artículos dedicados al beato Juan Pablo II.
Bernardo Álvarez se preguntó en otro momento de su intervención, de dónde sacaba ese optimismo, alegría, capacidad de entrega..; esa manera de ser, en qué fuentes bebía el Padre Lorente. Para el prelado nivariense esa fuente es Dios; el alimentar la vida de Eucaristía. Por ello – expuso - se podría decir de este Hermano de S. Juan de Dios aquello que afirma la Escritura: “mirad el desenlace de su vida e imitad su fe”.
Al final de la Misa, el actual superior de esta orden hospitalaria en Tenerife, el Hermano José Ramón, agradeció a todos las muestras de cercanía y la oración. Destacó la labor del Padre Lorente de quien dijo, “se adelantaba a todos a la hora de llegar a la capilla en la mañana y en el momento de atender a los enfermos a cualquier hora”.
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