Con infinita gratitud y, por qué no decirlo, con algo de tristeza: ¡Muchas gracias, Santo Padre por su visita, por sus enseñanzas y su estar en medio de nosotros!. “Salió el sembrador a sembrar… “. Nos queda su magisterio “JMJ”. Ahora habrá que rumiarlo en la intimidad y en el silencio, para que sus palabras se conviertan en actitudes que den razón a los demás de la novedad encontrada: Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado por nuestra salvación. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia le acompañe siempre. No deje de orar por España y de bendecirnos. "Adiós con el corazón, que con el alma..., al despedirme...".
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