

"Inolvidable", "estoy muerto", "increíble", "no tengo palabras", "
ufff, estoy emocionada", "¡qué experiencia de Dios!".... y así una sucesión de adjetivos que trataban de sintetizar una vivencia fuerte, vivida junto a cientos de miles de jóvenes de los cinco continentes convocados por Benedicto XVI.
Con la misma alegría con la que partieron, con sus mochilas, gorras, plátanos y la enorme bandera que les sirvió, entre otras cosas, primero para protegerse del sol intenso en Cuatro Vientos, y luego para cubrirse en la noche, cantaban y casi bailaban: "¡esta es la juventud del Papa!" o "¡chicharrero de corazón!".
Anécdotas a mil que intercambiaban con sus madres y padres, o con cualquier amigo que se encontraban aunque, en verdad, sus caras eran suficientemente elocuentes de que algo intenso habían compartido.
Algunos les quedaba aún otro vuelo que les llevaría a El Hierro y, ya a las ocho de la tarde, a La Palma. Aún así, la alegría cada vez que llegaba un vuelo con algunos miembros de la JMJ se palpaba en el ambiente de la terminal de Tenerife-norte.

Con la misma alegría con la que partieron, con sus mochilas, gorras, plátanos y la enorme bandera que les sirvió, entre otras cosas, primero para protegerse del sol intenso en Cuatro Vientos, y luego para cubrirse en la noche, cantaban y casi bailaban: "¡esta es la juventud del Papa!" o "¡chicharrero de corazón!".
Anécdotas a mil que intercambiaban con sus madres y padres, o con cualquier amigo que se encontraban aunque, en verdad, sus caras eran suficientemente elocuentes de que algo intenso habían compartido.

Algunos les quedaba aún otro vuelo que les llevaría a El Hierro y, ya a las ocho de la tarde, a La Palma. Aún así, la alegría cada vez que llegaba un vuelo con algunos miembros de la JMJ se palpaba en el ambiente de la terminal de Tenerife-norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario