Diecisiete adolescentes para el seminario menor, en ambiente de convivencia y ayudados por los formadores y algunos seminaristas, se cuestionaron a lo largo de toda esta semana cuál es el estado de vida al que Dios les llama. Así, con una metodología propia de la vida de un seminarista, durante seis días, a los 17 aspirantes se les ofrecieron herramientas para discernir y descubrir la autenticidad de su vocación y, posteriormente clarificar con los propios formadores y sus respectivos párrocos, la decisión de formar parte o no de la comunidad del seminario.
Han acudido de diferentes puntos de la geografía diocesana: de La Gomera, de La Palma, del norte y sur de Tenerife y de la zona metropolitana. Detrás de cada uno de ellos hay, sin duda, una ilusión de Dios.
Recemos para que se analice bien la posibilidad de que haya vocación en el momento mismo de admitir a un joven al seminario, y para que el Señor siga concediendo a esta Diócesis jóvenes capaces de escucharle y aceptar su llamada al ministerio sacerdotal.
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