miércoles, 4 de julio de 2012

DISTINTAS VIDAS, DISTINTAS LLAMADAS, UNA MISMA RESPUESTA

El próximo día 7 de julio, a las 10:30 horas, en la Santa Iglesia Catedral, tres nuevos sacerdotes serán ordenados por el Obispo para el servicio ministerial de la Diócesis Nivariense. Antonio Delgado, Airán Expósito y Julián Azcárate, entrarán a formar parte del Presbiterio Diocesano. 

Airán, Antonio y Julián
Julían Andrés Azcárate es colombiano y llegó a nuestra isla en octubre de 1999. Tiene 28 años y su vocación empezó en el grupo juvenil de la parroquia. “Buscar un momento concreto del origen de mi vocación es difícil. La voz de Dios la he escuchado en varias ocasiones y luego he ido hilando esos momentos a través de los cuales he sabido que Dios me estaba llamando. En mi parroquia comencé a discernir qué quería Dios para mí. Tuve varias experiencias que me marcaron: Escuchar el testimonio de un seminarista, una vigilia de oración en la que se pedía por los sacerdotes, etc.” Azcárate terminó el bachillerato y fue entonces cuando entró en el seminario. Con el tiempo, surgió la idea de servir a esta diócesis de Tenerife. “Comencé a discernirlo con mi director espiritual y luego con los formadores de aquí. Y así fue como Dios fue haciendo su obra y me trajo a estas tierras para ser discípulo y misionero, aquí y ahora.” 

Por su parte, Airán Expósito entró con 16 años al seminario menor. Actualmente, tiene 27 años y es natural de Icod de los Vinos. Terminado el tiempo pastoral en la parroquia de Santa Úrsula, en Adeje, estuvo dando clases en varios institutos y colegios. El año pasado fue enviado de pastoral a la parroquia de San Pedro Apóstol, en Güímar. “Cuando era pequeño, siendo monaguillo –recuerda- me llamaba mucho la atención la manera de ser de mi párroco en Icod, D. Carlos González Quintero. Era una persona muy dada a la gente, muy cercana y hacía una gran labor. Gracias a todo ello, me empezó a atraer la idea de ser sacerdote. Hubo una pequeña reticencia familiar al principio, pero después mis padres cedieron al comprobar que era verdaderamente feliz.” Expósito añade que durante estos años de preparación al sacerdocio, ha sentido la ayuda cercana de Dios para superar diversos obstáculos. “A lo largo de mi camino vocacional, Cristo ha puesto personas para que, en los momentos difíciles, viera cuál es el camino que él quiere para mí”. 


El haber estado un tiempo fuera del seminario, le valió a este joven para darse cuenta de donde estaba realmente su felicidad. “Uno se va dando cuenta, con el paso de los años, qué es lo que le llena. Al estar un tiempo fuera, descubrí qué sólo Dios podía hacerme feliz”. 

Por último, Antonio Delgado, es natural de Santa Cruz de Tenerife, aunque afincado en la parroquia de San Lázaro, en La Laguna y tiene 48 años. Su vocación se podría definir como un largo ‘combate de boxeo’ con Dios. “Tenemos que remontarnos a 1980” –señala. “Dios comienza a llamarme. He de decir que siempre ha sido la misma llamada, aunque en distintos tiempos, y mi actitud ha sido la de declararme, una y otra vez, en rebeldía hasta que, al final, Dios me ha vencido. Él me ha dado esa plenitud y felicidad que busca todo el mundo.” Delgado entró con 15 años al seminario. Tras seis años, pasa a formar parte de los misioneros javerianos. Está con ellos 4 años y luego marcha a Italia un año. Regresa para realizar el servicio militar. Luego parte a Perú donde pasa otro año. Retorna a Tenerife y se casa, 16 años de matrimonio. Fallece su mujer y, ahora, Dios lo ha vuelto a llamar. “Después de tantas idas y venidas, no me puedo creer que me haya vuelto la misma llamada, y más fuerte aún si cabe. Entonces, sólo me resta decir: Señor, venga, aquí estoy, ya no me declaro más en rebeldía. Aquí estoy para lo que tú quieras”. 

Concluido el período de formación de estos tres jóvenes, se inicia, pues, su ministerio sacerdotal. De forma especial, los tres han hecho una invitación a los cristianos de la diócesis para compartir con ellos, el 7 de julio, el momento tan esperado de la ordenación sacerdotal. Asimismo, han pedido la oración de todos los fieles para poder servir a sus futuras comunidades como Dios desea.

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