Adeje cerró durante el pasado domingo 8 de mayo, su Año Lustral con la celebración de la tradicional Rogativa de la Virgen de la Encarnación en la que han participado más de 2.000 personas. Los peregrinos llevaron la imagen de la Virgen desde la Iglesia de Santa Ursula hasta San Sebastián. Este evento religioso, que se celebra cada tercer domingo de pascua, ha servido, en esta edición, de marco para el cierre del Año Lustral durante el cual se organizaron diversas actividades y eventos, además de la tradicional visita de la Virgen a los diferentes barrios del municipio. La visita lustral propiamente dicha se inició el pasado 4 de septiembre con una rogativa nocturna hasta la Iglesia de San Sebastián.
La Rogativa partió de la iglesia de Santa Úrsula a las 9 de la mañana donde tuvo lugar la bendición de los peregrinos. A lo largo de su recorrido realizó cuatro paradas. La primera fue el cementerio de la Villa, como muestra de cariño y respeto hacia los seres queridos ausentes; la segunda tuvo lugar en la zona conocida como la Tosca Colorada, donde aún existen las marcas dejadas por las carretas cuando transportaban las pesadas cargas de caña de azúcar al puerto de La Enramada para su exportación.
La tercera se realizó en La Era y la última fue en El Humilladero, donde se encontró la Virgen de la Encarnación con la imagen de San Sebastián, lugar en que ambos recorrieron el último tramo del trayecto hasta la iglesia donde se celebró la eucaristía.
Después de la eucaristía, los peregrinos disfrutaron, como cada año, de un almuerzo de convivencia. Finalizada la comida y después de descansar, la imagen de la Virgen de La Encarnación retorna a la Villa y de esta forma, se da por cumplida una promesa que empezó hace más de 300 años, cuando las plagas de langostas, las sequías o los ataques de piratas, entre otras calamidades, afectaban a la supervivencia de los habitantes de Adeje. En aquella época los adejeros decidieron pedir auxilio a Nuestra Señora de la Encarnación para paliar sus males y fueron escuchados, según se narra en el Libro de Milagros de la Virgen, cuyas primeras anotaciones se remontan a un hecho explicado por el primer testigo, el vecino Pascual Luis, en el año 1746.
Después de la eucaristía, los peregrinos disfrutaron, como cada año, de un almuerzo de convivencia. Finalizada la comida y después de descansar, la imagen de la Virgen de La Encarnación retorna a la Villa y de esta forma, se da por cumplida una promesa que empezó hace más de 300 años, cuando las plagas de langostas, las sequías o los ataques de piratas, entre otras calamidades, afectaban a la supervivencia de los habitantes de Adeje. En aquella época los adejeros decidieron pedir auxilio a Nuestra Señora de la Encarnación para paliar sus males y fueron escuchados, según se narra en el Libro de Milagros de la Virgen, cuyas primeras anotaciones se remontan a un hecho explicado por el primer testigo, el vecino Pascual Luis, en el año 1746.
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