OMPRESS-CANARIAS. Pablo Prieto, sacerdote diocesano, comparte como se siente ante su próximo envío misionero al Vicariato apostólico de Bluefields en Nicaragua, un vicariato que abarca la mitad del país.
“Para quien no me conoce, mi nombre es Pablo Prieto, natural de Las Palmas de Gran Canaria, concretamente del barrio de Escaleritas en la parte de la parroquia de Santa Isabel de Hungría. Llevo siete años ordenado sacerdote. Todos ellos y alguno más los he vivido con intensidad en el norte de Lanzarote como párroco de Haría, al servicio de las gentes de aquellas comunidades.
Hace años que he estado discerniendo la posible llamada del Señor a dedicarme al anuncio de su Evangelio, más allá de nuestra querida Diócesis, sin dejar de ser cura de nuestra Iglesia Diocesana. Y al final he descubierto que sí es la llamada que Dios me hace.
La Iglesia en España tiene un cauce institucional para vivir esta llamada. Se trata del IEME (Instituto Español de Misiones Extranjeras). Éste ha enviado y sigue enviado curas diocesanos de todo nuestro estado a situaciones de primer anuncio de la Buena Nueva de Jesús o insuficiente desarrollo de la Iglesia. También lo ha hecho con otros compañeros sacerdotes como José Suárez Florido, Ramón García Afonso, Manolo Acosta, Isidoro Sánchez o Manolín Ramírez. Todo este curso desde septiembre pasado, he estado haciendo la preparación con el IEME para yo también ser enviado a la misión ad gentes con el consentimiento de nuestro obispo.
Ahora ya tengo destino y está próximo el momento en que nuestro obispo, en nombre de todos ustedes y toda la diócesis, me envíe. El lugar al que voy a ser enviado es el Vicariato apostólico de Bluefields en Nicaragua, donde también está Isidoro.
En comunión con la Iglesia Universal, que es comunión para la misión, y especialmente con las palabras de Juan Pablo II en Redemptoris missio, siento que la misión ad gentes, es más que necesaria que nunca y no ha hecho sino comenzar. Estoy plenamente convencido que nuestra Iglesia de Canarias –como todas- recibe cuando da. Cuando da no sólo bienes materiales, sino también recursos humanos. Por eso vivo todo esto como un regalo que recibo no yo solo, sino también todos ustedes, por más que las urgencias pastorales y misioneras de nuestra propia tierra pudieran hacer pensar lo contrario”.
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