La costumbre de beber hasta reventar cada fin de semana acaba convirtiendo en alcohólicos muchos jóvenes, que ni siquiera se dan cuenta que están abocados a una adicción peligrosa. El alcohol, en un primer momento, permite una sensación eufórica que comporta cierta deshibición, por lo que facilita las relaciones interpersonales, pero posteriormente tiene un efecto depresor que se busca para huir de la realidad.
Escucha el testimonio de dos alcohólicos, Candelaria y Juan, que nos relatan -en dos entregas- sus historias humanas que tienen algo en común: atrapados por el alcohol.
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