La Basílica de Candelaria, totalmente abarrotada de fieles y peregrinos, acogió este miércoles la celebración del Día de la Patrona de Canarias, la Virgen de Candelaria. Tras la procesión cívica, en la que fue trasladado hasta el templo el escudo de la ciudad, se inició la función religiosa presidida por el obispo, quien tuvo presente en varios momentos a los afectados por los incendios que asolan a las Islas Canarias y a quienes luchan por su control y extinción.
En la Misa estuvieron presentes numerosas autoridades públicas, entre ellas, el representante del Rey, César Muro, Teniente General Jefe del Mando de Canarias y Parada Militar, el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, Ricardo Melchior, el alcalde de la villa mariana, Gumersindo García, así como numerosos alcaldes y representaciones de otros municipios.
En la Misa estuvieron presentes numerosas autoridades públicas, entre ellas, el representante del Rey, César Muro, Teniente General Jefe del Mando de Canarias y Parada Militar, el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, Ricardo Melchior, el alcalde de la villa mariana, Gumersindo García, así como numerosos alcaldes y representaciones de otros municipios.
Como cada año, la Virgen lució un manto diferente. Esta vez, vistió uno de color rojo coral donado hace 30 años atrás por un matrimonio de Buenavista del Norte, José María Díaz Mesa y su esposa. Así permanecerá hasta que se terminen las celebraciones religiosas de agosto.
En la homilía, el obispo Bernardo Álvarez señaló que la solemnidad de La Asunción de María es un día para felicitarnos todos porque celebramos lo máximo para un ser humano, la vida eterna. El prelado indicó la importancia de tener una meta en la vida y algo por lo que luchar. "María con su asunción ha alcanzado lo definitivo, el gozo y la alegría sin fin". Por ello pudo exclamar la Virgen: ¡Qué grande es Dios!
En otro momento de su homilía, Álvarez expresó que "todos los días nos encontramos con personas buenas". En este sentido puso como ejemplo la solidaridad de la gente de nuestras tierras que se ha volcado con los más necesitados. Pero, como María propuso decir 'esto no es cosa mía, es obra del Señor'. Asimismo, Álvarez indicó que para combatir el mal que nos rodea, primero hemos de cuidar el no caer en la indiferencia. "Hasta que no nos duela el dolor de nuestros hermanos, no nos moveremos. Además no debemos devolver mal con mal. Hay que saber pedir ayuda a la Virgen y a Dios cuando vemos que nuestras fuerzas no son suficientes. Encomendémonos todos a nuestra Madre" -concluyó.
Al finalizar la celebración eucarística, la procesión dio la vuelta a la Plaza de la Basílica entre "vivas a la Virgen", cantos y plegarias.
Escucha la homilía del Prelado Nivariense.
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