domingo, 17 de junio de 2012

DIARIO DE UNA VISITA: EN EL 40º ANIVERSARIO DE CÁRITAS MAURITANIA (IV)

Viernes 15 de junio. Nouakchott 23: 50 horas. 
Hoy es día festivo para los mauritanos, como el domingo para nosotros. Todo se paraliza, no hay actividad laboral, es el día de acudir masivamente a la mezquita para la oración. Por este motivo, aprovechando el descanso laboral, la comunidad cristiana de Nouakchott, aprovecha para encontrarse en la misión católica y celebrar la eucaristía en la Catedral de San José. 

Los miembros de las delegaciones de cáritas extranjeras que continuamos aquí hemos aprovechado para unirnos a la celebración de hoy. La parroquia de San José, una de las dos que existen en Mauritania, hace de catedral al ser la sede del obispo. Está regentada por los Padres Blancos, una congregación nacida en Argelia con especial dedicación a la evangelización en África. Entre los sacerdotes presentes ahora en el país hay un español de origen navarro, el padre Jesús Martínez. La comunidad está formada mayoritariamente por africanos de los países más al sur: Senegal, Costa de Marfil, Camerún, Gambia, Nigeria. 

Cuando en el programa de la visita vi que tendría la oportunidad de participar en la misa de la parroquia, me hizo mucha ilusión porque recordé la experiencia que viví en febrero de 2007, cuando acompañando a la delegación de las dos diócesis canarias encabezada por nuestros obispos, celebramos la eucaristía el domingo de la tarde en el que llegamos. Guardaba un grato recuerdo de aquella celebración, tan viva, tan participada, con presencia de muchas familias, de jóvenes y de niños, con uno coro espectacular que animó la celebración. 

Si tuviera que expresar lo vivido durante la misa de hoy emplearía la palabra “emoción”. Un templo amplio lleno de gente, somos pocos europeos contando con los sacerdotes, religiosas y nuestro grupo, calculo que más de 300 personas. Un mosaico de procedencias y orígenes diversos. Me llama la atención la elegancia de las mujeres africanas ataviadas con sus trajes de vistosos colores. Hay muchas familias, niños y jóvenes. Destaca en la pared del presbiterio una vidriera en forma de cruz que deja pasar la luz a través de sus mosaicos de colores (pienso que es una buena metáfora de la riqueza de la asamblea que se reúne). En la parte delantera del altar un corazón coronado por una cruz y las palabras AMOR y CONFIANZA. 

Hoy celebramos la festividad del Sagrado Corazón y no puedo evitar acordarme de El Paso, mi pueblo natal, con sus arcos y sus alfombras que con tanto esmero preparan los vecinos de los barrios. La coral se prepara para comenzar el canto de entrada, todo el mundo está en silencio y cuando se escuchan las primeras notas y la letra no puedo evitar que se me haga un nudo en la garganta y se me escapen las lágrimas, me da un poco de vergüenza pero no me importa. El coro con unas voces espectaculares, propias del mejor coro de góspel, entona: “¡Qué alegría cuando me dijeron: Vamos a la Casa del Señor. Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén!”. Es una sorpresa que no esperábamos porque sabíamos que la lengua que se utiliza en la liturgia es el francés y para los cantos incorporan también las lenguas locales: wolof y sonique. Luego Josefina, una Hija de la Caridad española, nos explica que el coro ha estado ensayando un mes la canción como gesto de acogida para con la delegación española. Es un simple detalle pero que para nosotros, extranjeros acogidos provisionalmente en la comunidad, nos hace sentir como en casa. En clave de pastoral de migraciones, es un ejemplo que podría servirnos de referencia para nuestras comunidades parroquiales a las que se incorporan hermanos llegados de otras tierras. 

El resto de la celebración mantiene la viveza y la riqueza que recordaba de la vez anterior. La gente participa de los cantos que tienen mucho ritmo, la liturgia es sencilla pero muy cuidada por los monitores, los lectores y acólitos entre los que hay chicos y chicas. Me llama la atención que el momento de la comunión los asistentes se acercan ordenadamente desde el fondo del templo hacia adelante por filas, todos los presentes se acercan a comulgar. Al final de la misa uno de los sacerdotes invita a algunos feligreses a dar las noticias de la comunidad. La próxima semana, el viernes 22, habrá un concierto ofrecido por las cuatro corales que normalmente se alternan en las misas (pienso en la gozada que tiene que ser poder escucharlas si son como la de hoy). El concierto tendrá un carácter benéfico para ayudar a una mujer de la comunidad que ha enviudado y tiene a cargo a sus hijos, el precio de la entrada son 100 ouguillas (unos 30 céntimos de euro).

Al finalizar la celebración aprovechamos para despedirnos de las personas que hemos conocido esta semana, sobre todo de los religiosos españoles. Pienso en lo bueno que sería poder mantener el contacto con ellos y aprovechar su testimonio para conocer un poco mejor a esta iglesia que peregrina en este país del noroeste de África que tenemos tan cerca y conocemos tan poco. La jornada de la tarde la he dedicado a visitar a un conocido mauritano que ahora vive aquí, pero que hasta hace poco estaba en Tenerife. He podido volver a disfrutar de la hospitalidad de estas gentes y, como no podía ser de otra manera, el rato de conversación ha estado acompañado por un té al estilo mauritano” (Jesús Alberto Concepción, responsable de cooperación internacional de Cáritas Diocesana).

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