sábado, 17 de noviembre de 2012

ESCUELA DE OTOÑO DE CÁRITAS DIOCESANA

Varios cientos de personas participan este sábado en la Escuela de Otoño de Cáritas Diocesana. Bajo el lema "Prohibido vulnerar derechos", tiene lugar esta importante cita pastoral en el edificio del Seminario Diocesano.

El obispo nivariense, Bernardo Álvarez, en su bienvenida dio gracias a los presentes y les animó a perseverar en la difusión del bien y de la fraternidad. "Esto presenta muchos obstáculos, porque el mal, el pecado existe -dijo- reina en el mundo, y a veces, también en nosotros". El prelado invitó a todos a seguir en esta lucha, en esta tarea "por la fe".

Tras la ponencia de Sebastián Mora, secretario general de Cáritasa Española sobre los desafíos de la pobreza, se iniciaron los talleres centrados en la inmigración, por un derecho al envejecimiento activo, criterios para la acogida, la comunicación en redes sociales para promover la justicia social, el liderazgo, empleo, coaching personal, el mundo que queremos es posible, etc.

En la escuela participan los representantes de la Cáritas Mauritania que se encuentran de visita institucional a Cáritas Tenerife.

Para leer breve resumen de la ponencia...



RETOS DE HOY Y DE MAÑANA PARA CÁRITAS. Sebastián Mora Rosado
Breve síntesis de la ponencia del Secretario General de Cáritas
El ponente quiso hacer de su intervención una’ invitación a la esperanza’. Estos son tiempos complejos, es cierto, porque- sostuvo- estamos en un cambio de época, lo cual plantea retos y desafíos a la actitud y el modo en el que abordamos estos cambios. Es preciso volver a escrutar los signos de los tiempos para saber lo que Dios nos pide.
Ante la crisis- dijo- hemos estado reaccionando, pero es preciso ‘irnos recreando ante la crisis’ para ver qué podemos, qué debemos y qué nos pide esta realidad. Es necesario un nuevo tiempo, un tiempo de Dios, para indagar el pálpito de lo que se avecina, descubrir las pequeñas realidades que existen. Entrar más adentro en la espesura de la historia, de los procesos que están en marcha. Necesitamos luz y experiencia, horizonte y compromiso. Unir verdad y caridad y viceversa.
Para adelantarnos a lo que va a venir es preciso:
Un lugar desde donde mirar. Necesitamos, como afirma el Papa, un corazón que ve. Cáritas precisa una forma concreta de ver. Un modo excéntrico, raro, extraño, de ver, pero desde otro lugar. La mirada desde el lugar del pobre, desde la debilidad, desde la Cruz que es la salvación del mundo. En este momento podemos perder esta mirada. Nos halagan por los servicios que prestamos, pero cuidado, por si nos estamos alejando de las bienaventuranzas, porque quizá estamos siendo poco valientes y comprometidos. No podemos mirar la realidad desde nuestro ombligo. Somos pobres siervos inútiles que hacemos lo que Dios nos manda. El compromiso de fe con Cáritas tiene que complicarnos la vida si estamos en el buen camino. En ese camino hay una mano que nos acompaña que hace el yugo suave. Es preciso, por ello, una profunda espiritualidad, sin la cual no hay sostén ni sustento y quebraremos en el camino.
En este sentido recordó que la opción preferencial por los pobres no es optativa, ni de unos cuantos. Es de todos. Todo es según el dolor desde donde se mira, decía el poeta. La acción de Cáritas tiene que ser desde el lugar de los últimos, los más vulnerables. Sólo el necio confunde valor y precio, decía Machado. No podemos encontrar la paz sin bajar al dolor, sostuvo Gloria Fuertes. Nuestra caridad no es ideológica, acompañamos el sufrimiento y desde ahí generamos ideas, proyectos, compromisos.
Los escenarios que nos sitúan en el lugar de los pobres serían tres:
Lo esencial no es la cuantitativa atención a muchos, sino el acompañamiento de las personas. Cada uno merece la mejor atención de la que seamos capaces. Ante los pobres hay que descalzarse porque estamos en terreno sagrado. Lo decisivo no es dar, sino darse. Cáritas está para, desde el amor de Dios, trasparentar ese amor desde una atención digna, cercana a los más débiles. Lo cuantitativo no puede romper la lógica de lo cualitativo. Hay una verdadera pobreza extensa e intensa, además, estas personas necesitan medios materiales pero también ser escuchadas. Qué duro es sentirse invisible; a veces damos, pero no miramos, ni hablamos, ni escuchamos.
El segundo escenario es el escenario comunitario. Toda posible salida de esta crisis necesita estrategia, proyectos comunitarios. Hemos de ejercer toda nuestra potencia comunitaria. La caridad ha de hacerse testimonio comunitario. No se trata sólo de ir haciendo cosas, sino de ir creando comunidad, sensibilizando a la comunidad. La ideología de la escasez nos quiere hacer crecer que todos los medios son escasos, pero eso sólo ocurre con los medios materiales. La fe, la ternura, la caridad, etc, cuanto más se ejerce más existe. No escasean. Toda la comunidad ha de ponerse en acción. Es clave, por tanto, la sensibilización comunitaria. De la crisis salimos juntos o no salimos.
La crisis no ha aumentado sólo la pobreza, sino también la desigualdad. El comercio de lujo aumenta en esta situación. La distribución del dinero es más desigual, injusta.
Y el tercer escenario sería reactivar la caridad política. La caridad no es sin más una consecuencia de la fe. La fe es constitutivamente esperanzada y caritativa. No podemos desgajarlas, van unidas. Precisamos recuperar la caridad política. Nuestra acción nos lleva a enfrentarnos con la defensa y promoción de los derechos sociales. En este sentido recordó la afirmación de Benedicto XVI en Caritas in Veritate número siete:
Desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad. Trabajar por el bien común es cuidar, por un lado, y utilizar, por otro, ese conjunto de instituciones que estructuran jurídica, civil, política y culturalmente la vida social, que se configura así como pólis, como ciudad. Se ama al prójimo tanto más eficazmente, cuanto más se trabaja por un bien común que responda también a sus necesidades reales” (n.7). La vocación del cristiano -y particularmente la de los fieles laicos- incluye en sí misma este deseo eficaz de construir el bien común: Todo cristiano está llamado a esta caridad, según su vocación y sus posibilidades de incidir en la pólis. Ésta es la vía institucional -también política, podríamos decir- de la caridad, no menos cualificada e incisiva de lo que puede ser la caridad que encuentra directamente al prójimo fuera de las mediaciones institucionales de la pólis” (n.7).
Hemos de ser artesanos de lo humano. Necesitamos las técnicas, pero somos personas, ciudadanos que generamos humanidad, artesanos humildes que generan comunidad desde sus manos. No solo somos una sociedad pobre sino una pobre sociedad. Recordó el aniversario del Vaticano II al enfatizar que queremos ser la iglesia de los pobres, como fue el deseo conciliar del Papa bueno. Iglesia que genere y de esperanza. La Iglesia ha de ser nuevo pentecostés, no profeta de calamidades, sino de esperanza. Como dice  la GS los gozos y esperanza, las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo la de los pobres, lo son de los discípulos de Jesús. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en nuestro corazón,  que todo ello nos haga artesanos de la esperanza
Respondiendo a una pregunta recordó lo importante de no perder los pies de donde estamos, pensar y sentir desde el lugar de los pobres; recrearnos en proyectos y acciones, crear economía social y solidaria, ya que lo germinal surge desde lo marginal.  No vamos a quitar el hambre en el mundo, pero vamos a demostrar que es posible si quisiéramos (Galeano). No estamos solos - sostuvo- vamos con otros, somos sociedad civil.

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