Cada cuatro años, la Villa de Arafo tiene una cita muy especial con su historia, sus leyendas y sus tradiciones, en la conmemoración del Milagro, que allá por 1751, realizó San Agustín para que el pueblo pudiera recuperar las Madres del Agua en el Barranco de Añavingo, el naciente de agua del que dependían los vecinos para subsistir. Cuando el barranco se taponó en 1745 o 1746 a causa de un derrumbe, no hubo forma humana de poder desescombrarlo y los vecinos de Arafo permanecieron durante 5 años sin agua, teniendo que acudir al vecino municipio de Güímar para poder abastecerse.
Este año, la cita con San Agustín de la Madres fue el sábado 3 de agosto. Como marca la tradición, los vecinos subieron a Añavingo a recoger la pequeña imagen del santo que se encuentra en un nicho excavado en la misma pared del barranco, para traerla al pueblo. Una vez en la zona de El Tanque fue recibido con una misa. Y allí mismo se le ofreció la tradicional sardinada a todos los presentes, tras la cual la imagen del santo se trasladó a la parroquia matriz de San Juan Degollado.
Al igual que ocurrió en 1751, los vecinos acompañaron al santo con música y ramas en señal de alegría, una reminiscencia guanche, según los estudiosos.
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