El obispo nivariense presidía la
tarde del domingo 24 en la Sede Catedralicia la clausura del Año de la fe.
Bernardo Álvarez destacó en su homilía que la fe produce alegría, y que son dichosos los que confían en el Señor. En
la Eucaristía se realizó la renovación de las promesas bautismales y se profesó
solemnemente el Credo por parte de todos los presentes.
Se clausuraba así “un año para
volver a descubrir, cultivar, y testimoniar el don de la fe – señaló el Obispo.
“La fe es confiar en Dios y en su poder, sobre todo en el poder de su Palabra
que da vida, que penetra hasta lo más profundo del corazón”.
En cuanto a los efectos de la fe,
Álvarez recordó el título de la Exhortación
apostólica post-sinodal que el Papa había firmado ese día: “La alegría
del evangelio”. Desde ahí –expuso- “aquello que más queremos todos, ver colmado
nuestro anhelo de felicidad, nos viene por la fe. La fe es un tesoro que
produce alegría”. A partir de una afirmación del profeta Jeremías, el prelado
nivariense, expresó que son dichosos los que confían en Dios. “Quien confía en
Él por encima de todo, y quien medita y vive de la Palabra, ese gozará de una
vida plena, hermosa, profunda. Una vida que no estará exenta de dificultades,
de retos, porque vivir con autenticidad es ir contracorriente” – expuso.
En otro momento, el Obispo expuso
que la única tierra firme donde podemos anclar, echar raíces y crecer,
desplegando todo aquello que podemos ser, es el amor: es Dios. La celebración
del día Cristo Rey del Universo también dio pie a Bernardo Álvarez para
reflexionar sobre un Cristo que muestra su poder desde la impotencia, silenciosamente, en los corazones, invitando a todos a dar gracias a Dios
porque nos ha trasladado al Reino de su hijo querido.
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