Este
domingo, 17 de noviembre, celebramos el “Día de la Iglesia Diocesana” bajo el lema “La
Iglesia está con todos, al servicio de todos”. Se trata de una jornada anual para reavivar nuestra
conciencia de que todos los católicos, por la fe y el bautismo, formamos la
gran familia de los hijos de Dios que es la Iglesia. Todos los fieles
católicos, de cualquier lugar del mundo donde se encuentren, pertenecen a la
Iglesia una, santa, católica y apostólica, que está extendida por toda la
Tierra y gobernada por el que es Vicario de Cristo y la Cabeza visible de la
Iglesia Universal, en nuestro tiempo el Papa Francisco. Al mismo tiempo, dentro
del conjunto de la Iglesia Universal, están las diócesis que son “una porción”
del pueblo de Dios que se encomienda al Obispo para que cuide de los fieles a
él encomendados, siempre en unión con el Papa y con todos los obispos que están
en comunión con él.
“La Iglesia está con todos, al servicio de todos”. La
Iglesia no existe para sí misma, ni sólo para cuidar a quienes ya formamos
parte de ella, sino para servir a todos los hombres ofreciéndoles la salvación
que nos trae Jesucristo, una salvación integral que abarca a todas las personas
y a “toda la persona”.
La misión de la Iglesia abarca toda la realidad humana. Aunque,
como repite constantemente el Papa Francisco, la Iglesia no es una organización
asistencial o una ONG piadosa, ni una gestora de servicios sociales, al estilo
de las agencias de la ONU, sin embargo, la misión de la Iglesia es plenamente
humana: “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de
los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos
sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los
discípulos de Cristo…” (Gaudium et spes, 1).
“La Iglesia está con todos, al servicio de todos”, incluso
de quienes no pertenecen a ella. Esto, como nos recuerda el Papa Francisco, no
lo hace la Iglesia por "proselitismo”, sino que es el testimonio de amor
que brota de quienes han vivido y viven la maravilla del encuentro con
Jesucristo y desean compartir, con obras y palabras, el mensaje de salvación
que el Señor les ha dado, ofreciéndolo gratuitamente, a fondo perdido, sin
exigir contraprestación alguna. Por eso, y como expresión de amor
desinteresado, “donde sea necesario, según las circunstancias de tiempo
y de lugar, la misión de la Iglesia implica, también, la creación de obras al
servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son, por
ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes” (Gaudium et spes, 42).
De
todo esto tenemos abundantes testimonios en la Iglesia, aquí en nuestra
Diócesis Nivariense y en todas las diócesis del mundo: los servicios de
Cáritas, la labor social y asistencial de los religiosos y religiosas (asilos y
casas de acogida para ancianos, los centros de día, las casas de atención a
discapacitados…), la tarea educativa de los colegios religiosos y escuelas
católicas, la atención a los enfermos en los hospitales y en sus casas. Realidades,
detrás de las cuales está la colaboración constante de miles de fieles
católicos, a los que no podemos menos que reconocer y agradecer su generosidad,
al tiempo que les animamos a perseverar en este servicio e invitamos a todos a
sumarse en el apoyo a todas las obras socio-caritativas de la Iglesia.
Toda la activad de la Iglesia Diocesana, con el trabajo y
la colaboración responsable de miles de personas, a través de las más de
trescientas parroquias y otras instituciones de apostolado y socio-caritativas,
son una evidencia palpable de que “la Iglesia está con todos, al servicio de
todos”. Pero, no lo olvidemos, la vida de la Iglesia depende siempre—y hoy más
que nunca—de que los fieles cumplan con su deber de “ayudar a la Iglesia en
sus necesidades”. Al celebrar un año más el Día de la Iglesia Diocesana, y
cuando es necesario avanzar hacia la autofinanciación, digo a todos y cada uno
de los que se sienten católicos: tú eres miembro de la Iglesia y debes
colaborar responsablemente en su sostenimiento económico. Cada cristiano, según
su capacidad y posibilidades, debe participar activamente en la vida y misión
de la Iglesia. Tu aportación es como una semilla que, unida a la de otros,
crecerá y dará una cosecha abundante al servicio de todos. Ayuda a la Iglesia y
ganamos todos.
† Bernardo
Álvarez Afonso
Obispo Nivariense
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