sábado, 16 de noviembre de 2013

LA PARTE QUE ME TOCA


No sé si a ustedes les pasa lo que a mí. Por mi trabajo tengo la posibilidad de escuchar los desahogos y las preocupaciones de muchas personas. Por eso constato el desaliento y desencanto de tanta gente y las dificultades crecientes para mantener unos mínimos de calidad de vida para un amplio sector de la población; unos niveles de desempleo que no descienden sino que se agudizan; la falta de expectativas, de salidas, de soluciones más allá de los parches que atajan hoy el problema para dejarlo al descubierto de nuevo mañana. 




Al mismo tiempo vivimos en una sociedad que nos empuja al individualismo, a la competitividad y en momentos de carencias y de necesidades como los que estamos viviendo, incluso nos puede llevar a poner en práctica el “sálvese quien pueda” para ver si logramos escapar de los problemas que están afectando al resto. Y este planteamiento creo que no es extraño encontrarlo a nuestro alrededor que hace que vayamos conformando una sociedad que marcha a dos velocidades: los que tienen la suerte de ir por el carril de la autopista y los que se van quedando en la cuneta. 

Particularmente me preocupa la actitud que yo pueda tener como ciudadano, como persona que vive en esta realidad concreta, más aún como cristiano que intenta vivir con unos valores y dando testimonio de un estilo de vida diferente. Por eso me parece sugerente y me identifico con el lema que este año se ha escogido para celebrar el Día de la Iglesia Diocesana: "La Iglesia con todos, al servicio de todos". 

Como seguidores de Jesús de Nazaret estamos llamados a compartir lo que somos y lo que tenemos al servicio del bien común y construir una sociedad mejor. No podemos ser indiferentes al sufrimiento de nuestros semejantes y tenemos que velar para que los derechos y la dignidad de todas las personas sean respetados y valorados. 

Por eso, como parte de esa Iglesia nos toca seguir esforzándonos por estar cercanos a tantas realidades que necesitan nuestra presencia, nuestro compromiso y un signo de esperanza.

(Jesús Alberto González Concepción, para la sección del Espejo "bloc de notas")

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