Comentario: los que deben superar el sufrimiento necesitan el apoyo de lo alto. Ese apoyo llega a través de la oración. En el primer capítulo del libro de Samuel leemos la fuerza de la oración de Ana. En el segundo capítulo se encuentra su oración de acción de gracias. Ella entendió que algunos hechos solo suceden con la ayuda de Dios. Este texto es un ejemplo que fortalece la fe en lo que podría parecer una situación desesperada.
El buen pastor del salmo 23 guía su rebaño también a través de los lugares más oscuros, reconfortándolo con su presencia. Quienes ponen su confianza en el Señor no tienen necesidad de temer incluso en las tinieblas de la ruptura o de la desunión, porque su pastor les llevará a los verdes pastos de la verdad para vivir juntos en la casa del Señor.
En la carta a los Efesios, el apóstol Pablo nos exhorta a ser fuertes en el Señor y en su fuerza todopoderosa poniendo la armadura espiritual: verdad, justicia, proclamación de la buena noticia, fe, salvación, palabra de Dios, oración y súplica.
El Señor resucitado exhorta a Pedro, y en su persona a cada discípulo, a descubrir en sí mismo el amor por Aquel que es el único Pastor verdadero. Así, fortificados, podremos ayudarnos unos a otros en el camino de la unidad. Seamos fuertes en el Señor para poder fortalecer a otros en un testimonio conjunto de amor.
Oración: "Padre de todos: tú nos has llamado a ser un solo rebaño en tu Hijo, Jesucristo. Él es el Buen Pastor que nos invita a descansar en verdes pastos, nos lleva a aguas tranquilas y restaura nuestras almas. Haz que siguiéndole podamos ser signo para otros, para que todos vean en nosotros el amor de un solo verdadero pastor, nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén".
Preguntas para la reflexión: 1. ¿Cómo nos invita el Buen Pastor a animar, fortificar y restaurar la confianza de aquellos que están perdidos? 2. ¿Cómo pueden los cristianos de diversas tradiciones esforzarse mutuamente para confesar y testimoniar a Jesucristo? 3. Para nosotros, hoy, ¿qué puede significar la exhortación de san Pablo: «Armaos de fuerza en el Señor... revestíos con la armadura de Dios»?
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