Jesús fue para que Juan lo bautizara en las aguas del Jordán, y con este gesto comienza una Nueva Vida para la humanidad.
"Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto", dice Dios Padre en el momento en que Jesús sale del agua. Jesucristo no es un personaje histórico más, no es cualquier líder, es el Mesías esperado. El Padre habla para que sepamos que seguimos al verdadero Maestro, al Señor, al Hijo de Dios.
Recuerdo una canción que decía: “El día en que tú naciste, nacieron todas la flores, y en la pila del bautismo cantaron los ruiseñores”. En nuestro Bautismo, probablemente no cantara ningún ruiseñor, pero el cielo parece que se abre, se rasga el corazón de Dios Padre, que sigue diciendo de cada uno de nosotros: "¡Este es mi hijo mío, esta es mi hija!..". Hoy debes decidir si quieres vivir, o no, como bautizado, es decir, lleno del Espíritu Santo, orgulloso, orgullosa de tener a Dios como Padre.
Hay una señora en mi pueblo que siempre que ve a un recién nacido dice lo mismo: “como se parece al padre”. En ocasiones habremos oído también de alguien que: “tiene las mismas cosas que su padre”. Pues bien, Jesús como buen hijo de Dios, pasó haciendo el bien. Y tú, ¿muestras con tus obras de quién eres hijo?, ¿los demás descubren al Padre Dios en ti, en tu vida?.
Con la escena del bautismo de Jesús, comienza su vida pública. Espero que tu bautismo y el mío, no se queden en una foto bonita para el recuerdo… (Alejandro Abrante, sección "Iglesia joven" del programa de radio "El Espejo de la Diócesis").
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