domingo, 25 de julio de 2010

“NADIE ESTÁ LEJOS DEL CORAZÓN DE DIOS NI DE MARÍA”

Once horas de actividades pastorales concluyeron poco después de las nueve de la noche de este domingo. Por la mañana, como ya reflejamos en nuestra anterior Nota, el protagonismo fue para las niñas y niños de las parroquias palmeras.

En la tarde, primero fueron los religiosos y religiosas, con sus distintos carismas y modos de vida en la Iglesia y la sociedad los que se hicieron presente en el templo de Santo Domingo para celebrar la eucaristía.

Pero, fue posteriormente cuando se vivieron los más intensos momentos. En la procesión por la zona sur de la ciudad, la imagen de La Virgen era detenida frente a la entrada del cementerio municipal. Tras abrir su cancel una solista entonó un sentido Ave María para, posteriormente, el párroco de El Salvador, a quien acompañaba el Vicario General, Antonio Pérez, señalar que “no sólo venimos aquí para acordarnos de nuestros difuntos, sino también para fortalecer nuestra esperanza. Pedimos – indicó José Checa - para ellos y para nosotros la felicidad eterna. Tras el responso la banda de cornetas y tambores “Gaifa” entonó la “llamada a la oración”. Fueron unos minutos de visible emoción para las muchas personas que estaban presentes en el acto.

Intensidad que no decayó en la siguiente parada de la venerada imagen: El centro penitenciario. La Virgen de Las Nieves descansaba, justo en frente de la primera reja de acceso a la prisión. Tras ella estaban algunos internos. Fue un momento breve, intenso, profundo. Muy pocos pudieron contemplarlo de cerca. De nuevo, brevemente, el párroco José Checa hacía una pequeña oración señalando que la Virgen venía hasta este lugar para recordarnos que “nadie, ninguno está lejos del amor de Dios y del corazón de María”. El grito de ¡Viva la Virgen de Las Nieves! respondido por los internos, resonó de un modo único en esta ocasión.

La Comitiva seguía su curso, comenzaba a caer la tarde y la imagen de la patrona, a quien acompañaban la Santa Cruz y S. Miguel, contemplaba la bahía de la capital desde el magnífico mirador de La Luz. Ya dentro de la ermita, el coro se hacía eco del corazón de muchos al entonar el conocido “yo prometí ser hijo de María…”. La presencia de la imagen de S. Telmo recordó la vocación marinera de esta Virgen peregrina.

Tras un descanso se enfilaba la recta final de la procesión en dirección a la parroquia de El Salvador, de donde había salido sobre las diez de la mañana. Ahora era casi de noche. El ondear de la bandera blanca con la insignia de María, en el mástil central de la torre del templo matriz indicaba a todos que ésta es la morada provisional de patrona de La Palma y de los palmeros.

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