miércoles, 11 de enero de 2012

EN FEBRERO...EL RASTRO DE TU CANDELA

Seguir el rastro, no es perseguir, sino comprender qué señales, qué huellas han quedado en el camino para poder encontrarte. Sigo tu rastro cuando te busco y quiero encontrarte. Las razones que me mueven a ello son: el amor y la fe que se han albergado en mi corazón, para buscarte y encontrarte. Además de razones, me servirán de intérprete.

Las señales de la Virgen de Candelaria, sus huellas, son: el sí a la voluntad de Dios, transmitido por fe a cada generación, la candela que sirve de señal para indicar el camino, y un niño en el brazo materno, que parece ofrecido al mundo, con una imagen del asir de las manos maternas, que permanecen abiertas al mundo.

El asir de sus manos, no es asir (de agarrar) con las manos cerradas, es un asir de manos abiertas, para sostenerlo y acompañarlo. Es un Hijo no sólo ofrecido, sino que además parece desprenderse, y es presentado como luz del mundo. El asir normalmente nos conduce al error de agarrar las cosas con nuestras manos para que no se nos escapen nunca: la vida, la gente, los criterios, los apoyos, y ello, sin contar con la libertad de quién es sostenido. Este asir de María de Candelaria, nos enseña algo: al amor siempre lo acompaña la libertad, no es un poder de retención – quiero que te quedes a mi lado -, sino un sostener y alimentar tu libertad, y en ella te amo, y en ella te respeto.

El rastro de tu Candela, Virgen de Candelaria, nos conduce hacia ese Niño que se te escapa de las manos hacia el mundo, hacia los tiempos nuevos y que nos es otro, que el Hijo: Jesucristo.

En estas fiestas lo único que pretendemos es tener el corazón alegre, para mirar con fe el rastro que tu candela ha dejado, y se puede divisar en el horizonte del caminar, del vivir, del creer, del superar las dificultades y del amar. Sabemos y somos conscientes de los apuros y sufrimientos de nuestra gente, para creer y amar, sólo te necesitas a ti mismo, saber dónde te encuentras y hacia dónde quieres ir.

Seguir el rastro de tu candela, me permitirá amar lo que Dios ya está amando en mí, en mi hermano, a mi alrededor. Es reconocer los signos y las huellas que el amor ha dejado por el tiempo y por la historia de tu vivir. Recorramos juntos un tramo del camino dejando amar a Dios, y siguiendo el rastro que su amor ha dejado en nuestros corazones.

Fr. Alexis González de León, o.p. Rector de la Basílica Nuestra Señora de Candelaria

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