martes, 16 de julio de 2013

XXV aniversario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora del Carmen, en La Orotava


Con ocasión del XXV Aniversario de la Coronación Canónica de l aimagen de Nuestra Señora del Carmen, de la parroquia de S. Juan Bautista, en la Orotava, el Obispo ha escribo una misiva en la que indica que:  "Como cada año, en torno al 16 de julio, la parroquia de San Juan de la Orotava, celebra con fe y devoción la Fiesta de Ntra. Sra. del Carmen. Este año 2013 tiene un carácter muy especial, pues, se cumplen los 25 años de la Coronación Canónica de la venerada imagen, que realizó el Obispo D. Damián Iguacen Borau, en la Plaza del Ayuntamiento, el 17 de julio de 1988. 


Para realzar aquel memorable acontecimiento, la parroquia de San Juan Bautista del Farrobo y la Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen de la localidad, han preparado diversos actos que se vienen desarrollando desde el mes de mayo y que culminarán con la celebración de la Santa Misa Pontifical, el 21 de julio, en el mismo lugar donde la imagen de la Virgen del Carmen fue coronada.
Con esta breve carta, quiero felicitar al párroco D. Pedro Jorge Benítez, a la Comisión organizadora y a todos los devotos de la Virgen del Carmen, por el empeño y dedicación que han puesto para hacer que esta efemérides se convierta en una amplia manifestación de amor y devoción a la Virgen María. Que Ella les bendiga y haga fructificar la fe y el amor en el corazón de todos lo que participen en los distintos actos. 


"Santa María Virgen con razón es tenida e invocada como Reina, ya que es Madre del Hijo de Dios, Rey del Universo, colaboradora augusta del Redentor, discípula perfecta de Cristo y miembro supereminente de la Iglesia" (Ritual de la Coronación de la Virgen). Al recordar y celebrar la coronación de la imagen de la Virgen María, Nuestra Señora del Carmen, renovemos nuestra devoción a la madre de Dios, “Reina y Madre de misericordia. Vida, dulzura y esperanza nuestra”. No podemos honrarla sólo con una corona dorada y un hermoso vestido. Su verdadera corona somos nosotros, sus hijos, con nuestra fe y ejemplo de vida cristiana. Cuando en nuestra vida se nota la influencia de María, entonces la estamos coronando de verdad. Si la coronamos como Reina y Señora tenemos que dejar que influya y reine en nuestra vida. De lo contrario sólo la estamos “decorando”, pero no la glorificamos ni a ella ni a Dios, porque no tienen ninguna influencia sobre nosotros.
Por eso, el signo exterior de la “coronación de la imagen” debe llevarnos a una realidad espiritual interior que reclama de cada uno de nosotros que, con nuestra vida, construyamos la “corona de la caridad” del amor a Dios y al prójimo. De este modo nosotros, con nuestra fe y nuestras buenas obras, seremos la verdadera corona de Nuestra Señora del Carmen, porque la corona que de verdad quiere llevar la Virgen María es la de unos hijos que, como ella —siempre y en todo— hacen la voluntad de Dios. Al aclamarla como nuestra Reina y Señora, nos comprometemos a seguir su ejemplo en el cumplimiento de la ley de Dios llevando una vida auténticamente cristiana.
El título de “Virgen del Carmen” con el que honramos a la Virgen María, la Madre del Señor, tiene su origen en “El Carmelo”, que es una cadena montañosa de Palestina (el país de Jesús), donde unos monjes se congregaron en torno a una ermita dedicada a la Virgen María, a la que veneraban como Santa María del Monte Carmelo. Aquellos religiosos adoptaron el nombre de “carmelitas” y como “Hermanos de la Virgen del Carmelo” se fueron esparciendo por todo el mundo y llevando consigo la imagen y la devoción a la “Virgen del Carmen”. Gracias a ellos, y a través de esta advocación, ha prendido con fuerza por todas partes, también en los fieles de la Villa de la Orotava, el amor y el culto a la Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra.
El culto a la Virgen María bajo la advocación del Carmen tiene una especial significación en toda España, tanto tierra adentro como en las costas, donde se la venera como Patrona de las Gentes del Mar. En nuestras islas es incontable el número de lugares donde se celebra la Virgen del Carmen. Entre nosotros son miles las personas que llevan el “Santo Escapulario” como signo de consagración a la Virgen, y de confianza en su amor y protección “ahora y en la hora de nuestra muerte”.
Las fiestas que nos disponemos a celebrar para honrar a nuestra Madre del cielo, también nos honran a nosotros, puesto que “es de bien nacidos ser agradecidos” y al festejarla nos reconocemos hijos de aquella que, desde la Cruz y poco ante de morir, Jesús nos dio como Madre. “Bendita tú entre la mujeres y bendito el fruto de tu vientre”, le dijo a María su prima Isabel cuando fue a visitarla. ¡Bendita tú!, le decimos también nosotros, porque has creído en Dios y grandes cosas ha obrado el Señor por medio tuyo, clemente, piadosa y dulce Virgen María. Sí, ¡Bendita tú y bendito el fruto de tu vientre, Jesús!
Nos cuenta el Evangelio que una vez estaba Jesús hablando a la multitud como en tantas ocasiones. En esto una mujer emocionada en lo más profundo del corazón ante la enseñanza de Jesús, ante su figura amable, no pudo contener su admiración y, alzando la voz, gritó: “Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron” (Lc. 11,27). El Señor la debió mirar complacido y con agradecimiento. Jesús, recogiendo la alabanza, hace aún más profundo el elogio a su Madre: “Bienaventurados más bien lo que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica” (Lc 11, 28). María es bienaventurada por haber llevado en su seno al Hijo de Dios y por haberlo alimentado; pero lo es aún más por haber cumplido con fidelidad la palabra de Dios.
Por eso, para que nuestras fiestas en honor a la Virgen sean plenamente de su agrado, junto a nuestras alabanzas, nuestras oraciones y cualquier otra manifestación de afecto a la Virgen del Carmen, hemos de poner nuestro deseo y firme propósito de vivir —como ella— en permanente obediencia a la voluntad de Dios. No debemos olvidar, nos enseñaba el Papa Pablo VI, que “la finalidad última del culto a la bienaventurada Virgen María es glorificar a Dios y empeñar a los cristianos en un vida absolutamente conforme a su voluntad”. Como a la mujer del Evangelio, también a nosotros, que emocionados y agradecidos, gritamos ¡Viva la Virgen del Carmen!, Cristo nos dice: "Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen". Es decir, nos pide que vivamos según los mandamientos de Dios. Sus palabras son como un eco de otras llamadas que El mismo hizo en otras ocasiones: "No todo el que me dice: "Señor, Señor", entrará en el reino de los Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos" (Mt 7, 21) y "Vosotros sois amigos míos, si hacéis cuanto os mando" (Jn 15, 14). 
Con palabras del Papa Benedicto XVI, estos días, ante la imagen de Ntra. Sra. del Carmen, le decimos: “Santa María, Madre Dios, Madre nuestra, enséñanos a creer, esperar y amar contigo. Indícanos el camino hacia Cristo. Estrella del mar, brilla sobre nosotros y guíanos en nuestro camino”.
Que Dios les bendiga y colme vuestras vidas con toda clase de bienes. Feliz fiesta a todos.


† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense

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