Tras realizar la tradicional foto común en la plaza del templo de Santo Domingo, el prelado nivariense presidió la Eucaristía, en la que concelebraron los obispos Cases y Fernández, además del clero de la Diócesis de La Laguna.
El Obispo centró su homilía en uno de los objetivos propuestos por el Papa para el Año Sacerdotal que, a nivel diocesano, se clausuró hoy. Concretamente hizo referencia a la necesidad de “renovar en cada uno de los presbíteros la aspiración a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio”.
Álvarez recordó la importancia del testimonio de vida del sacerdote, el cual tiene mucho que ver con la fecundidad real de su servicio. Se trata, dijo, “de una santidad de vida cuya raíz es conformar la vida con Cristo”, puesto que no somos propagadores de ideas, sido presentadores de Jesucristo, “a El hemos de hacer presente y a El hemos de conducir” – señaló-.
El Obispo invitó a los sacerdotes presentes a orar el Salmo de la Eucaristía en primera persona, ya que “Dios es nuestro pastor, el que nos conduce hacia fuentes tranquilas, el que hace que aunque caminemos por cañadas oscuras, nada temamos”.
Ya en el seminario el almuerzo compartido sirvió de antesala para el homenaje a los sacerdotes que cumplían las bodas de oro o de plata de ministerio. A los mismos se les entregó una imagen del Santo Cura de Ars.
El Obispo centró su homilía en uno de los objetivos propuestos por el Papa para el Año Sacerdotal que, a nivel diocesano, se clausuró hoy. Concretamente hizo referencia a la necesidad de “renovar en cada uno de los presbíteros la aspiración a la perfección espiritual, de la que depende en gran medida la eficacia de su ministerio”.
Álvarez recordó la importancia del testimonio de vida del sacerdote, el cual tiene mucho que ver con la fecundidad real de su servicio. Se trata, dijo, “de una santidad de vida cuya raíz es conformar la vida con Cristo”, puesto que no somos propagadores de ideas, sido presentadores de Jesucristo, “a El hemos de hacer presente y a El hemos de conducir” – señaló-.
El Obispo invitó a los sacerdotes presentes a orar el Salmo de la Eucaristía en primera persona, ya que “Dios es nuestro pastor, el que nos conduce hacia fuentes tranquilas, el que hace que aunque caminemos por cañadas oscuras, nada temamos”.
Ya en el seminario el almuerzo compartido sirvió de antesala para el homenaje a los sacerdotes que cumplían las bodas de oro o de plata de ministerio. A los mismos se les entregó una imagen del Santo Cura de Ars.
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