lunes, 29 de agosto de 2011

"DIARIO JMJ" DE UN JOVEN PEREGRINO (y VI)

Sábado 20 y Domingo 21 de Agosto de 2011. Este verano algo muy grande ha pasado. Algo inolvidable ha acontecido en Madrid gracias a más de dos millones de personas. Lo que ha ocurrido en la capital de España, durante esos días capital del mundo entero, es muy difícil de expresar con palabras. Es algo que plasmado en un papel parece que no tiene tanta trascendencia como la ha tenido para mí. Al escribir todo lo que he vivido en un folio se pierden muchas cosas: sonidos, olores, sensaciones, imágenes etc. Bueno, en cierto modo no se pierden, sino que se atenúan. Porque todos sabemos que al ver las imágenes de algo que has tenido el placer de experimentar, se despierta la esencia de esas vivencias, casi como si te trasladaras en el tiempo y volvieras a estar ahí. Las palabras se las lleva el viento, caducan; sin embargo, algunas quedan grabadas a fuego en nosotros de tal manera que prácticamente se convierten en imágenes.

Espero que para el que haya leído este “diario JMJ”, las palabras que lo forman hayan sobrepasado la barrera lingüística para alcanzar una dimensión mucho más compleja que ni las propias palabras pueden expresar. Puede que para algunos no haya sucedido así y que las crónicas diarias de unas Jornadas Mundiales de la Juventud no dejen de ser meros relatos, pero sólo quiero que esas personas sepan que, para otros, estas crónicas han supuesto un vaciado personal, una expresión de algo que no puede expresarse, un relato de algo inenarrable y, al fin y al cabo, el resultado de la ilusión, no sólo mía, sino de millones de jóvenes que han manifestado la Fe en Cristo. Por eso quiero que el lector que haya leído este diario sepa que es esto lo que lo diferencia de otros, que es la Fe la que ha sido tinta de estas líneas, y que ha sido Dios el escritor que ha permitido su creación.

Cuatro Vientos; qué gran prueba de Fe se nos puso ahí. En medio de un mar de caos, ya no sabía a dónde mirar, esperando que todo aquello acabara pronto y de la mejor manera posible. Pero es curioso, en la más absoluta adversidad, cuando notas que estas a punto de caer por el calor, por la falta de agua, porque ves que tus amigos necesitan asistencia sanitaria y lo están pasando muy mal y que, para colmo, una tormenta descarga sobre ti a modo de burla…, en medio de todo eso, encuentras un rostro sonriente y calmado que te alienta a no desfallecer. Y qué fácil se vuelve entonces encontrar a Jesús cuando estás dispuesto a buscarlo. El premio, entonces, se vuelve grande y generoso: una vigilia de oración junto al Santo Padre y una misa multitudinaria en la que el propio Benedicto, en nombre de Jesús, te llama y te invita a ser testigo y misionero de tu Fe. El mundo pasa siglos buscando sus propias respuestas y resulta que la Única viene de lo alto y te llama a que la conozcas.

Hay experiencias que marcan vidas y no hace falta que sean nada extraordinarias. Una simple caminata, una sencilla película o sólo conocer a una persona pueden hacernos cambiar. Unas Jornadas Mundiales de la Juventud son también un momento muy propicio para ello y hacen que el mundo se pueda mirar de otro modo. Quisiera terminar con una frase de una joven que leí en un periódico y que me impactó: “No somos una minoría”. Y yo agrego: ¿Y qué si lo fuéramos?

Aquí finalizo un diario que he redactado con toda mi ilusión, con todo mi entusiasmo y con toda mi Fe. Aquí quedan unos días inolvidables junto al Papa, pero, sobre todo junto a dos millones de jóvenes. Pocas cosas pueden impresionar tanto, las hay y puede que no lo parezca en un principio: sólo hay que dejarse sorprender por DIOS.

Después de agotadoras jornadas, muy tarde, te ponías a escribir para compartir en este blog tus experiencias de joven peregrino en la JMJ. ¡GRACIAS, HÉCTOR!