21. "Jesús mismo, Evangelio de Dios, ha sido el primero y el más grande evangelizador". Él se ha presentado como enviado a proclamar el cumplimiento del Evangelio de Dios, preanunciado en la historia de Israel, sobre todo por los profetas, y en las Sagradas Escrituras. En el Evangelio de Lucas, Jesús mismo se presenta, mostrándose en la sinagoga de Nazaret, como el lector de las Escrituras, capaz de darles cumplimiento en virtud de su misma presencia: "Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy"...
24. La evangelización de Jesús conduce naturalmente al hombre a una experiencia de conversión: cada hombre es invitado a convertirse y a creer en el amor misericordioso de Dios hacia él. El reino crecerá en la medida en que cada hombre aprenda a dirigirse a Dios en la intimidad de la oración como a un Padre y, siguiendo el ejemplo de Jesucristo, aprenderá a reconocer en plena libertad que el bien de su vida es el cumplimiento de la voluntad divina. Evangelización, llamada a la santidad y conversión: a la reflexión sinodal corresponde la tarea de leer en qué modo estas tres realidades están presentes y nutren, con su relación fructuoso y recíproca, la vida de nuestras comunidades.
27. Evangelizar constituye la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa.
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