El signo de la aspersión con el agua bendecida en la Vigilia Pascual, renovando la gracia del bautismo, fue uno de los que subrayó en esta liturgia la importancia de este día en el que los templos cristianos aparecen especialmente engalanados.
El Obispo, Bernardo Álvarez, señaló en la homilía que "la última palabra no la tiene el odio y la violencia, sino el amor, la gracia y el perdón". El poder de la Resurrección hace posible que nosotros "podamos vivir en el amor, con un corazón puro, renovado y rejuvenecido". "El odio acabó con Jesús, la Resurrección es la victoria del amor sobre la aparente victoria del odio – enfantizó Álvarez.
La pregunta en la que se centró la reflexión homilética del prelado fue: ¿cómo anunciar y dar testimonio hoy de la Resurrección? "Con las palabras, claro, se respondió el Obispo, pero especialmente con el testimonio de la vida". En este sentido subrayó la actualidad del testimonio del Santo Hermano Pedro, testigo de la resurrección como todos los santos del ayer y los testigos de hoy. "Me dejó impresionado, indicó refiriéndose a casos actuales, el testimonio de un grupo de mujeres que llevan adelante el comedor social de Santa Cruz; muchas de ellas de más de setenta años. Son testigos hoy del Resucitado", concluyó el prelado la reflexión en torno al testimonio de vida cristiana.
Monseñor álvarez finalizó la homilía invitando a los presentes a vivir, como indica el lema de la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Madrid este verano, "arraigados en Cristo y firmes en la fe".
En este Solemne Pontifical el Obispo impartió la bendición papal. Concluida la celebración de la Eucaristía hubo procesión con Jesús Sacramentado (el Santísimo) por el entorno de la sede de la Santa Iglesia Catedral; por tanto, ya no en imágenes que recuerdan el acontecimiento de la Pasión, sino con la presencia actual de Jesús en medio de este mundo.
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