Este Viernes Santo, por cuarto año consecutivo se ha desarrollado un Via Crucis en el Espacio religioso de la Cueva del Santo Hermano Pedro, a partir de las diez de la mañana. Con la afluencia de unas sesenta personas, se hacía la primera estación junto a la cruz de la cueva, para proseguir el recorrido alrededor del barranco y terminar en el altar con la decimoquinta estación de la resurrección del Señor. A lo largo del camino, las cruces negras de hierro, colocadas para la ocasión, junto al título de cada estación, han servido a los participantes para recordar la vía dolorosa de nuestro Señor hasta el Calvario. La 
escucha del pasaje bíblico correspondiente y la reflexión del Rector de este Espacio religioso, junto al clima de silencio propio de la Cueva creaban un marco propicio para la contemplación espiritual.
En este, por hoy, mini-Coliseo natural nivariense, los cristianos han podido seguir las huellas de la santidad, en esta ocasión no de los mártires, pero sí del primer santo canario, el Santo Hermano Pedro, que este espacio dedicaba largos ratos a la oración y a la escucha de la voluntad de Dios.
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