El obispo ha presidido en la Sede
Catedralicia la eucaristía en la “Cena del Señor”. Con la Misa que tiene lugar
en las horas vespertinas del Jueves Santo, la Iglesia comienza el Triduo Pascual,
y evoca “aquella última cena, en la cual el Señor Jesús en la noche en que iba
a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el
mundo”, se ofreció a sí mismo. Los
crist
ianos celebran aquella misma memorable Cena en la que Jesús, antes de
entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor: La
eucaristía. Es la jornada, por tanto, en la que se hace memoria de la
institución de la eucaristía, del orden sacerdotal, y el mandamiento de Jesús sobre
la caridad fraterna.
El prelado Nivariense en la
homilía indicó que Jesús había instaurado la Pascua nueva y definitiva, que
supone una liberación del pecado y de la muerte. Una tradición mantenida viva a
lo largo de dos milenios es lo que celebra esta jornada la Iglesia. En este día
“Cristo revela que Dios es misericordioso y compasivo, que muestra su poder no
con fuerza y destrucción sino con debilidad. Él quiere servir y salvar a
todos”- señaló Bernardo Álvarez.
El Obispo explicó el gesto del lavatorio de los pies que se
realiza en esta Misa. El mismo expresa el amor extremo de Jesús, al tiempo que
manifiesta que “no hay amor más grande que dar la vida”- como dijera el propio
Jesús. Él no viene a sacar tajada, ni a
quitarnos nada, sino “a darse totalmente a sí mismo para tengamos vida y
alegría plena. Por eso, debemos aceptar que el Señor nos lave los pies, que nos
libre de nuestros pecados, para poder tener parte con Él” - propuso.
En otro momento de la homilía el
obispo indicó que “Jesús nos ofrece un modelo alternativo, nos enseña a dejar
de un lado nuestros intereses y servir a las personas, a inclinarnos delante de ellas”. Es – dijo- “el objetivo más grande al que todos debemos
aspirar, si de verdad queremos ser discípulos suyos y dar verdadero testimonio
de su vida y de su mensaje. “En esto sabrán que son discípulos míos”.
Al ser el día de la institución de la Eucaristía, el significado de la
misma también fue expuesto por el Obispo. “Esta eucaristía que estamos
celebrando ahora, es Jesús en persona que se pone a nuestro servicio. Él se
hace nuestro alimento y nuestra bebida, así nos impregna de sus mismos
sentimientos de amor y servicio. Por eso, nos puede mandar que “nos amemos los
unos a los otros como Él nos ha amado”, porque en la comunión de su cuerpo y de
su sangre, derrama su amor en nuestros corazones”. Este sentido de servicio -
señaló- “es fundamental para la vida
cristiana. Los cristianos estamos hechos no para ser servidos, sino para servir
y para vivir en el amor de una manera efectiva. Dios nos ha creado para
comunicarnos su amor y para hacernos capaces de vivir en el amor”.
Por último, recordó el prelado que al recibir a Jesús presente en la
eucaristía con fe “nos convertimos en lo que hemos recibido: personas que
entregan su vida al servicio de los demás, como vemos que hacen tantos
cristianos que, realizando las obras de misericordia, emplean su vida sirviendo
a los más pobres y necesitados”.
Al final de la Misa el Santísimo Sacramento es trasladado “al Monumento”
y se invita a los fieles a una adoración prolongada.
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