jueves, 28 de marzo de 2013

MISA EN LA CENA DEL SEÑOR: "DEJAR DE LADO NUESTROS INTERESES Y SERVIR A LAS PERSONAS”

El obispo ha presidido en la Sede Catedralicia la eucaristía en la “Cena del Señor”. Con la Misa que tiene lugar en las horas vespertinas del Jueves Santo, la Iglesia comienza el Triduo Pascual, y evoca “aquella última cena, en la cual el Señor Jesús en la noche en que iba a ser entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el mundo”, se ofreció a sí mismo.  Los crist
ianos celebran aquella misma memorable Cena en la que Jesús, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor: La eucaristía. Es la jornada, por tanto, en la que se hace memoria de la institución de la eucaristía, del orden sacerdotal, y el mandamiento de Jesús sobre la caridad fraterna.
El prelado Nivariense en la homilía indicó que Jesús había instaurado la Pascua nueva y definitiva, que supone una liberación del pecado y de la muerte. Una tradición mantenida viva a lo largo de dos milenios es lo que celebra esta jornada la Iglesia. En este día “Cristo revela que Dios es misericordioso y compasivo, que muestra su poder no con fuerza y destrucción sino con debilidad. Él quiere servir y salvar a todos”- señaló Bernardo Álvarez.

El Obispo explicó el  gesto del lavatorio de los pies que se realiza en esta Misa. El mismo expresa el amor extremo de Jesús, al tiempo que manifiesta que “no hay amor más grande que dar la vida”- como dijera el propio Jesús. Él no viene a sacar tajada, ni a quitarnos nada, sino “a darse totalmente a sí mismo para tengamos vida y alegría plena. Por eso, debemos aceptar que el Señor nos lave los pies, que nos libre de nuestros pecados, para poder tener parte con Él” - propuso.

En otro momento de la homilía el obispo indicó que “Jesús nos ofrece un modelo alternativo, nos enseña a dejar de un lado nuestros intereses y servir a las personas, a inclinarnos delante de ellas”.  Es – dijo-  “el objetivo más grande al que todos debemos aspirar, si de verdad queremos ser discípulos suyos y dar verdadero testimonio de su vida y de su mensaje. “En esto sabrán que son discípulos míos”.

Al ser el día de la institución de la Eucaristía, el significado de la misma también fue expuesto por el Obispo. “Esta eucaristía que estamos celebrando ahora, es Jesús en persona que se pone a nuestro servicio. Él se hace nuestro alimento y nuestra bebida, así nos impregna de sus mismos sentimientos de amor y servicio. Por eso, nos puede mandar que “nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado”, porque en la comunión de su cuerpo y de su sangre, derrama su amor en nuestros corazones”. Este sentido de servicio - señaló-  “es fundamental para la vida cristiana. Los cristianos estamos hechos no para ser servidos, sino para servir y para vivir en el amor de una manera efectiva. Dios nos ha creado para comunicarnos su amor y para hacernos capaces de vivir en el amor”.

Por último, recordó el prelado que al recibir a Jesús presente en la eucaristía con fe “nos convertimos en lo que hemos recibido: personas que entregan su vida al servicio de los demás, como vemos que hacen tantos cristianos que, realizando las obras de misericordia, emplean su vida sirviendo a los más pobres y necesitados”.

Al final de la Misa el Santísimo Sacramento es trasladado “al Monumento” y se invita a los fieles a una adoración prolongada.


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