El Monumento del Jueves Santo es una
composición de arte efímero, para resaltar la Reserva Eucarística de este día,
junto a la cual, los cristianos velamos y oramos, recordando las horas previas
a la Pasión del Señor. Este año, nuestra comunidad parroquial ha preparado una
composición de fuerte impronta catequética, bajo el título Jesucristo: Sacerdote, Dios y
Rey.
Comenzando desde la izquierda, según
mira el orante, encontramos la parte dedicada a Sacerdote. En ella,
destaca, en primer término, las vestiduras sagradas del sacerdote: el cíngulo, la
estola y la casulla, símbolos del ministerio de servicio, que desempeñan en la
Iglesia los presbíteros. Cerca de ellas, encontramos el icono del lavatorio de
los pies, junto a la jofaina con agua y la toalla, que recuerdan lo realizado
por Jesús antes de la última cena. Al fondo, delante de la cortina roja, la
foto del nuevo Papa, Francisco, Vicario de Cristo en la tierra y sucesor de San
Pedro.
En el centro, encontramos la parte de Dios. En el lugar principal, el Sagrario, al
que conduce una alfombra roja, que nos recuerda la sangre de Cristo, derramada
por nuestra salvación. El icono de la última cena nos muestra a Cristo como
Dios, velado en el misterio de la eucaristía, pero realmente presente en
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
En la parte derecha, según mira el
orante, encontramos la parte de Rey. El Reino de Dios no es de este
mundo, es un Reino al que llegamos por el servicio y la entrega. En primer
término vemos la barca de la Iglesia, con sus remos y sus redes, símbolos de
los arduos trabajos de la evangelización. A los pies de la barca, encontramos
unas sandalias que significan el camino de la fe, que todo creyente debe andar
siguiendo al Divino Maestro. Sobre la barca, como mástil, la cruz de Cristo y a
modo de velas tres pergaminos con el Credo, resumen de nuestra fe. En este año
de la fe, vemos también al fondo, el cuadro conmemorativo del mismo, que nos
muestra el rostro y el nombre de Jesucristo, nuestro Rey. Sobre el travesaño
horizontal de la cruz notamos una filacteria blanca con letras doradas (los
colores de la bandera vaticana), que reproduce una frase en latín: Miserando atque eligendo. Se trata del
lema del actual Papa Francisco. Está tomado literalmente de las palabras de San
Beda el Venerable, en su homilía 21 (en la que narra la escena de la elección
del apóstol Mateo): "lo vio más con la mirada interna de su amor que con
los ojos corporales. Jesús vio al publicano, y lo vio con misericordia y
eligiéndolo (miserando atque eligendo),
le dijo, "Sígueme". Ésta es la esencia de toda vocación sacerdotal:
la respuesta del seguimiento a la llamada misericordiosa de Dios.
Las velas, que iluminan el Monumento, simbolizan
nuestra fe. Todos compartimos la misma y aunque unas velas sean más grandes que
otras, su luz es idéntica. Por último, las flores simbolizan la variedad de
carismas en la Iglesia. Con su diversidad y con su grata fragancia, indican las
buenas obras que han de realizar los bautizados, para seguir a Jesucristo
también nosotros como Sacerdotes, profetas del Dios altísimo y Reyes al
servicio de los demás.
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