"Me siento afortunado porque otro primer domingo de mayo puedo descolgar el teléfono y, aunque sea desde la distancia, felicitar a mi madre. Me gustaría mucho más poder salvar el mar que nos separa y darle un abrazo y compartir con ella este día. Aunque ya limitadas sus fuerzas por la edad y la enfermedad, se que ella agradece ese sencillo gesto a pesar de no ir acompañado de más detalle.
Esta sociedad nuestra tan habituada a comercializarlo todo nos quiere imponer la idea de que si no hay regalo no hay celebración posible. ¡Hay que ve cómo caemos en el engaño!.¿Qué hay mejor que la compañía, el cariño, el beso o el abrazo sincero?
Quiero además tener presente hoy a otras madres que también merecen felicitación y que tristemente igual no la reciben: la que vive un día tan señalado y todos los días en el olvido o el abandono en la soledad de su casa o en alguna residencia sin que nadie de su familia vaya a verla, ni se preocupe por ella; la madre que se ve sola para sacar a sus hijos/as. adelante sin más apoyo que sus fuerzas, su coraje y su desesperación en muchos momentos si además está en paro y no cuenta con los ingresos suficientes para llegar a fin de mes.
La madre que ha perdido a su hijo/a después de luchar contra una dura enfermedad o como consecuencia de un traidor accidente y no encuentra consuelo a su sufrimiento; la madre que tiene a su hijo/a privado de libertad y tiene que conformarse con verlo solo cuando se lo autorizan; o aquella que lo tiene prisionero/a de las garras del alcohol o las drogas y ve como se deteriora sin remedio.
Para todas esas madres mi recuerdo, mi respeto y reconocimiento.
¡Feliz día de la madre!
(Jesús Alberto González Concepción, en la sección del Espejo "bloc de notas")
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