«Las privaciones y la sobriedad son el signo exterior de nuestra renuncia al mal y de nuestra hambre de la Palabra de Dios. Y la caridad santifica el ayuno». En este día en que la Iglesia celebra el Miércoles de Ceniza - dando comienzo al camino cuaresmal que culmina en la Resurrección de Cristo - Benedicto XVI ha celebrado esta mañana su audiencia general, reiterando su Mensaje para la Cuaresma de este año y haciendo hincapié en su catequesis en que «la limosna y el ayuno son como las dos alas de la oración». Evocando a san Agustín y a los padres de la Iglesia, el Papa ha destacado que estas tres prácticas piadosas están estrechamente entrelazadas entre sí y ayudan a nuestro corazón «a volar y a buscar las cosas del Cielo, donde Cristo ha preparado un lugar para nosotros».
Tras recordar que la vida del cristiano es un constante camino de conversión y de renovación en compañía de nuestro Señor, el Papa ha evocado la tradición de la Iglesia, que sabiendo que a nuestra fragilidad humana le cuesta favorecer el silencio, para poder permanecer ante Dios, nos invita a meditar - en particular este año, en las lecturas dominicales - sobre la gracia del Bautismo. Son una espléndida catequesis, que nos exhorta a renovar nuestra fidelidad a Dios - conscientes de nuestra condición de criaturas y de pecadores necesitados de su amor - y a abandonar nuestras seguridades humanas para confiar totalmente en Él. Una vez más, Benedicto XVI ha reiterado que por medio del Bautismo, pasamos de las tinieblas del mal a la luz de Cristo, volviéndonos hijos de Dios, llamados a vivir del Espíritu del Resucitado.
Tras recordar que la vida del cristiano es un constante camino de conversión y de renovación en compañía de nuestro Señor, el Papa ha evocado la tradición de la Iglesia, que sabiendo que a nuestra fragilidad humana le cuesta favorecer el silencio, para poder permanecer ante Dios, nos invita a meditar - en particular este año, en las lecturas dominicales - sobre la gracia del Bautismo. Son una espléndida catequesis, que nos exhorta a renovar nuestra fidelidad a Dios - conscientes de nuestra condición de criaturas y de pecadores necesitados de su amor - y a abandonar nuestras seguridades humanas para confiar totalmente en Él. Una vez más, Benedicto XVI ha reiterado que por medio del Bautismo, pasamos de las tinieblas del mal a la luz de Cristo, volviéndonos hijos de Dios, llamados a vivir del Espíritu del Resucitado.
En los archivos sonoros de la derecha puedes escuchar las palabras que Benedicto XVI ha dirigido a los peregrinos de lengua española, saludando y resumiendo su catequesis.
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