
Acto seguido el nuevo Papa se viste en la llamada
“Estancia de la lágrimas”, quizás por la emoción del momento. Cuando
vuelve se da lectura a un pasaje del Evangelio ligado al ministerio
petrino, se reza brevemente y los cardenales desfilan, uno por uno, ante
el nuevo pontífice felicitándole y prometiéndole obediencia.
El Papa y
los cardenales entonan juntos el Te Deum. “En este cónclave hay una
novedad - ha señalado Lombardi- el Papa antes de salir al balcón para
saludar a la multitud, pasa desde la Capilla Sixtina a la Paolina para
rezar sólo unos momentos ante el Santísimo Sacramento.
Después del
anuncio del protodiácono, como es habitual, se asoma al balcón y, junto
con el saludo da la bendición “Urbi et Orbi”.
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