Una de las actividades que desarrolla la Delegación Diocesana del Apostolado del Mar en el muelle de Santa Cruz es la visita a los barcos. Ofrecemos el relato de uno de sus voluntarios (no importa su nombre, ni su rostro) que con su visita a barcos anuncia la Buena Nueva de Jesús y hace presente a la Iglesia entre la gente del mar.
El relato testimonial es el siguiente:
Después de la oración de víspera, iniciamos la tarea de visita a los barcos surtos en Puerto. Buscamos en la web de la Autoridad Portuaria los barcos que podríamos visitar y en qué muelles estaban atracados (pocos hoy). En el Bufadero (dársena del Dique del Este) me dirijo al extremo Norte donde está el EVOLUTION. La escala real está izada y la furgoneta de amarradores estacionada en el muelle, al costado, a la altura de proa, lo que me indica que está a punto de zarpar. Subimos, después, a bordo del WEC DALI, contenedor. Nos recibe el marino de guardia, filipino. Se llama Amador Aguere. Después de interesarme por la tripulación, le entrego la información adecuada. Le deseo la compañía de Dios para él y sus compañeros, y dejando este muelle me dirijo a la Dársena de pesca, pues el resto de los barcos del dique del Este los he visitado anteriormente.
Generalmente las tripulaciones de los pesqueros están a esa hora, las siete de la tarde, en sus casas, pues la mayor parte son de Tenerife. En el muelle exterior está descargando un granelero. Son barcos mercantes de línea regular que transportan granos, arena o cemento, y generalmente con tripulaciones cubanas. Es el SKY WEST, bandera panameña. Por necesidades de la descarga, cemento en este caso, el espacio del muelle que está al costado del barco está acotado.
Con la información previa, subo a bordo. Me recibe un marino que me pareció entender era el Primer Oficial. Al parecer me conocía de otras visitas en otros buques. Y aunque no siempre siguen este protocolo, en esta ocasión me conduce al Capitán. Después de saludarle -son gente de cálida acogida- le entrego la información, explicando el contenido. Parece en principio un hombre parco pero lo que fue surgiendo invitaba a prolongar la visita.
Aparece el tema de la fe por iniciativa suya. Me muestra unos versos de la biblia (al parecer se la habíamos dejado en otra visita a alguien) que ha ido seleccionado en un archivo en su ordenador. En ese marco relata la experiencia de un hijo fallecido con trece años. “Cambiaría mi vida por la suya”, comenta. En otro momento y en ese mismo marco, cuenta la experiencia de aquel viaje en el que sufrieron un fuerte temporal, que además de dificultar el descanso, vivieron el peligro muy de cerca. Con ese motivo en la intimidad de su camarote puso sobre la cama, al borde de su almohada, la estampa de la Virgen de la Caridad del Cobre, la de S. Lázaro (intercesor por su hijo), la de su hijo y la de su padre, rogándoles su intercesión. Pude descansar –decía- de las muchas horas que hube de permanecer en el puente a consecuencia del temporal. Las tuve así varios días, me explico. Al despedirnos, expresábamos con un abrazo el afecto, la amistad que había surgido.
Al bajar a la cubierta, René, el marino anterior, me pregunta si podía conseguirle una biblia.
El relato testimonial es el siguiente:
Después de la oración de víspera, iniciamos la tarea de visita a los barcos surtos en Puerto. Buscamos en la web de la Autoridad Portuaria los barcos que podríamos visitar y en qué muelles estaban atracados (pocos hoy). En el Bufadero (dársena del Dique del Este) me dirijo al extremo Norte donde está el EVOLUTION. La escala real está izada y la furgoneta de amarradores estacionada en el muelle, al costado, a la altura de proa, lo que me indica que está a punto de zarpar. Subimos, después, a bordo del WEC DALI, contenedor. Nos recibe el marino de guardia, filipino. Se llama Amador Aguere. Después de interesarme por la tripulación, le entrego la información adecuada. Le deseo la compañía de Dios para él y sus compañeros, y dejando este muelle me dirijo a la Dársena de pesca, pues el resto de los barcos del dique del Este los he visitado anteriormente.
Generalmente las tripulaciones de los pesqueros están a esa hora, las siete de la tarde, en sus casas, pues la mayor parte son de Tenerife. En el muelle exterior está descargando un granelero. Son barcos mercantes de línea regular que transportan granos, arena o cemento, y generalmente con tripulaciones cubanas. Es el SKY WEST, bandera panameña. Por necesidades de la descarga, cemento en este caso, el espacio del muelle que está al costado del barco está acotado.
Con la información previa, subo a bordo. Me recibe un marino que me pareció entender era el Primer Oficial. Al parecer me conocía de otras visitas en otros buques. Y aunque no siempre siguen este protocolo, en esta ocasión me conduce al Capitán. Después de saludarle -son gente de cálida acogida- le entrego la información, explicando el contenido. Parece en principio un hombre parco pero lo que fue surgiendo invitaba a prolongar la visita.
Aparece el tema de la fe por iniciativa suya. Me muestra unos versos de la biblia (al parecer se la habíamos dejado en otra visita a alguien) que ha ido seleccionado en un archivo en su ordenador. En ese marco relata la experiencia de un hijo fallecido con trece años. “Cambiaría mi vida por la suya”, comenta. En otro momento y en ese mismo marco, cuenta la experiencia de aquel viaje en el que sufrieron un fuerte temporal, que además de dificultar el descanso, vivieron el peligro muy de cerca. Con ese motivo en la intimidad de su camarote puso sobre la cama, al borde de su almohada, la estampa de la Virgen de la Caridad del Cobre, la de S. Lázaro (intercesor por su hijo), la de su hijo y la de su padre, rogándoles su intercesión. Pude descansar –decía- de las muchas horas que hube de permanecer en el puente a consecuencia del temporal. Las tuve así varios días, me explico. Al despedirnos, expresábamos con un abrazo el afecto, la amistad que había surgido.
Al bajar a la cubierta, René, el marino anterior, me pregunta si podía conseguirle una biblia.
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