Con grandes aplausos y muestras de devoción y cariño, al inicio de la catequesis, sostenido e iluminado por la certeza de que Cristo nunca dejará de guiar y de cuidar a su Iglesia, Benedicto XVI reiteró – en su penúltima Audiencia General, las palabras con que anunció su renuncia, el pasado lunes, agradeciendo a todos por el amor y la oración y exhortando a rezar por el Papa y por la Iglesia. Se trata de una decisión que, tal como Benedicto XVI afirmó, ha tomado siendo “profundamente consciente de la gravedad de este acto”, pero, al mismo tiempo “consciente, de no tener ya la capacidad de ejercer el ministerio petrino con el vigor que el mismo requiere”:
Como saben – (aplausos...) gracias, por vuestra simpatía – he decidido renunciar al ministerio que el Señor me encomendó el 19 de abril de 2005. Lo he decidido en plena libertad y por el bien de la Iglesia, después de haber rezado largo tiempo y de haber examinado mi consciencia ante Dios, profundamente consciente de la gravedad de este acto, pero, al mismo tiempo consciente, de no tener ya la capacidad de ejercer el ministerio petrino con el vigor que el mismo requiere. Me sostiene e ilumina la certeza de que la Iglesia es de Cristo. Él no le hará faltar nunca su guía y cuidado. Agradezco a todos por el amor y la oración con la que me han acompañado.
En estos días no fáciles para mí, he percibido casi físicamente la fuerza de la oración, que me da el amor de la Iglesia y de vuestra oración. Sigan rezando por mí, por la Iglesia y por el futuro Papa ¡El Señor nos guiará!
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