viernes, 15 de febrero de 2013

TESTIMONIO DE SERVICIO A LA IGLESIA Y AL REINADO DE DIOS

Experimento el servicio a la Iglesia y al mundo de Benedicto XVI, durante todo su Pontificado, como un gran regalo de Dios para la Iglesia y para toda la Humanidad, tanto por su Magisterio, centrado en Jesucristo y en la autenticidad de la fe cristiana, como por su persona marcada fuertemente por los grandes valores Evangélicos. 

Quiero destacar pequeñas pinceladas de algunos de estos valores que, con hechos concretos, el Santo Padre nos ha transmitido: 

 • El amor entrañable y compasivo a todos y, de modo especial, a las víctimas de la injusticia y del trato injusto, incluso por parte de miembros de la propia Iglesia; 
• La libertad y la valentía para afrontar y denunciar, con humildad y sin arrogancias, aquello que contradice el plan de Dios en las personas y en el mundo: la discriminación de todo tipo de personas, colectivos y pueblos, la violencia y falta de paz, la defensa de la igualdad del género humano manifestado en sus documentos a favor de los pueblos inmigrantes y refugiados, del Día de la Paz son prueba de ello; 
• La verdad y la autenticidad: el reconocimiento del mal dentro y fuera de la Iglesia, con transparencia y sencillez; 
• La aceptación de la voluntad de Dios: su claridad para reconocer las propias limitaciones físicas con serenidad y tomar la decisión de renunciar a su servicio como Sucesor de San Pedro.
*La profunda vida interior: claridad de su Magisterio centrado en lo fundamental, la Persona de Jesucristo, el Amor, la Esperanza y la Fe. Sus encíclicas (“Caritas in veritate”, “Spe salvi” y “Deus caritas es”), su Cristología y la proclamación del año de la Fe que estamos celebrando, son manifestación clara de ello. 

Me enteré de esta noticia por una llamada telefónica de un amigo, mientras estaba preparando una reunión, precisamente, con un texto del Santo Padre. Me produjo sorpresa y, a la vez, viví aquel momento con sentimientos encontrados de dolor y de gozo por lo que supone de pérdida y el testimonio evangélico que supone para todos. Ahora, estamos llamados a orar intensamente para que todos, los que tenemos una misión de servicio en la Iglesia y fuera de ella, aprendamos de este testimonio y para que el Espíritu Santo ilumine a los que tienen que elegir al nuevo Vicario de Jesucristo y ellos se dejen guiar por esta Luz. 

Carmen Luisa González

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