Ha
transcurrido ya algo más de una semana en que la noticia de la renuncia de
Benedicto XVI a su ministerio como pastor de la Iglesia nos cogía a todos por
sorpresa. En estos días hemos tenido tiempo para asimilarla con más tranquilidad
y también de poder escuchar testimonios, opiniones y valoraciones de lo que ha
sido sin duda un pontificado que dejará huella en la historia, no solo de la
iglesia.
Coincido
con quienes han valorado su decisión de valiente por lo comprometida y por lo
que supone de reconocer que sus limitaciones de edad y de salud le impiden
seguir desarrollando la tarea que le corresponde, siendo como es una persona de
gran capacidad intelectual, formación y espíritu de servicio.
Sí,
hay que tener una actitud valiente para reconocerse desde la humildad un simple
instrumento al servicio del plan de Dios y entender que su papel ahora debe ser
otro diferente, con menos protagonismo, con menos poder. Y hacerlo con total
libertad aún a riesgo de ser incomprendido.
Buena
enseñanza la del Papa Benedicto para los que en nuestras comunidades
parroquiales o en el ámbito diocesano podemos desarrollar tareas como agentes
de pastoral. A veces nos puede pasar que olvidemos ese espíritu de servicio y
nos preocupe más la capacidad que tengamos para decidir, que nuestra palabra y
opinión sea la que se tenga en cuenta o que como llevamos mucho tiempo seamos
los que tenemos siempre la razón.
Hermosa
lección de amor y de servicio a la Iglesia del Papa para nosotros, que espero
sepamos valorar la importancia que tiene.
(Jesús Alberto González Concepción para el programa el Espejo)
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