En una mañana soleada y acompañada de una agradable
brisa, se ha celebrado el día de la Virgen de Candelaria en una basílica
abarrotada de fieles y de numerosos representantes públicos. Entre ellos se
encontraba el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, el
presidente del Cabildo de Tenerife, Ricardo Melchior, el alcalde de Candelaria,
José Gumersindo García, el vicepresidente primero del Parlamento y las
principales autoridades militares.
Tras
el traslado del escudo de la Villa Mariana desde el ayuntamiento a la basílica,
comenzaba esta solemne celebración en la fiesta litúrgica de la Presentación
del Señor en el templo.
"Dejarnos iluminar por Jesucristo".
Esta ha sido la principal propuesta realizada por el Obispo en la Misa. El
mismo empezó su homilía preguntando por qué todos los años celebramos esta
Eucaristía con las mismas lecturas, con la misma procesión, etc. “¿Qué sentido
tiene todo esto? ¿Qué celebramos en esta fiesta? El prelado expuso que estábamos
en el día de la Presentación de Jesús en el Templo. Un anciano y una
anciana, como Simeón y Ana, descubrieron que aquel niño, no era un niño
cualquiera.”
Bernardo Álvarez afirmó en otro momento que
"Jesús brilla sobre nosotros y nos quiere iluminar", pero
¿necesitamos ser iluminados, queremos ser iluminados por Él- se preguntó. Para
el prelado nivariense Cristo nos ilumina con su amor y su entrega hasta dar la
vida. Para verificar si estamos siendo iluminados efectivamente por Jesús
invitó a los presentes a preguntarse si "vamos adquiriendo el pensamiento,
los sentimiento y el comportamiento de Jesucristo”.
“¿Y nosotros? ¿Queremos ser iluminados
por él? – enfatizó Álvarez,
para proseguir recordando que - todos sabemos que este mundo necesita la
salvación, lo cual pasa por sanar el corazón.
El sol no puede hacer efecto en nosotros si no nos ponemos ante él. Lo mismo
ocurre con Cristo, con quien hemos de
entrar en contacto. “Para ser mejores, primero hay que sanar nuestros
corazones”, dijo.
Por último, el prelado
señaló que la luna no tiene luz propia, brilla por el reflejo de la luz del sol. “Lo mismo ocurre con nosotros, no tenemos luz propia, sino
que debemos reflejar la de Cristo”, como hizo María.
Al finalizar la Misa se
dio paso la procesión alrededor de la plaza de la Patrona.
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