Tomada en un viaje a Mauritania |
“Lo
reconozco, aunque me lo he planteado alguna vez nunca he realizado en serio ese
gesto tan significativo que Manos Unidas nos invita a realizar anualmente cada
segundo viernes del mes de febrero: el ayuno voluntario.
Pudiera
parecer que es una acción sin importancia. Si además eres de las personas que
colaboran económicamente a través de las colectas, con un donativo o siendo
socio ¿tiene algún sentido realizar ese sencillo gesto de prescindir del
alimento por un día?
Para
las personas que tenemos la posibilidad de comer abundantemente todos los días,
pudiendo elegir incluso lo que nos apetece y permitiéndonos algún que otro
capricho, es muy necesario y hasta saludable realizar este ejercicio de
intentar ponernos por unas horas en la piel de los millones de personas, en más
de un 60% mujeres, que pasan hambre en el mundo, mayoritariamente en los países
del sur.
Es
verdad que en estos momentos no hay mirar muy lejos de casa para ver la penosa
situación de tantas familias que tienen que buscar ayuda para poder llevar
alimentos a su hogar. Escandalosa paradoja la nuestra: mientras una gran parte de
los habitantes del planeta pasa hambre, otros tiramos comida.
Si
fuéramos más conscientes de esta realidad y de que quienes la sufren son
personas con la misma dignidad de hijos e hijas de Dios que nosotros,
seguramente pondríamos los medios necesarios para erradicar el problema. A esto
creo que nos puede ayudar el gesto del ayuno, y este año yo estoy dispuesto a
intentarlo”.
("Bloc de notas", sección del Esepjo por Jesús Alberto González Concepción).
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