martes, 12 de febrero de 2013

LA GENEROSIDAD DE UNA RENUNCIA

A todos nos ha sorprendido la decisión que el Papa Benedicto XVI ha hecho pública en la mañana del 11 de febrero. Por razones de edad y salud, nos dice que reconoce su "incapacidad para ejercer bien el ministerio que [le] fue encomendado". Una sorpresa, porque la mayoría de los papas lo han sido hasta su muerte. Sin embargo la posibilidad está recogida en el ordenamiento canónico vigente en la Iglesia católica. Se lee en el canon 332, en su párrafo 2º: “Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie”. Y así lo ha hecho; una decisión libre, consciente y firme.

 
En estas líneas de opinión que me piden, quiero dejar el reconocimiento personal a la decisión responsable de Benedicto XVI. Hay que saber llegar y hay que saber marchar. Es todo un ejemplo de altura moral. Es una señal de los tiempo y un acto de generosidad al que pocas veces estamos acostumbrados. Una persona es grande cuando sabe reconocer hasta dónde llegan sus fuerzas y hasta dónde no. Y, como siempre ha hecho a lo largo de su vida, ser fiel a Cristo exige saber renunciar en razón del bien y la verdad.
 
Cuando Jesús eligió a Pedro de entre el grupo de los doce apóstoles para ejercer un especial primado (Mt 16, 17-19), lo hizo buscando el bien de la Iglesia a la que Pedro debía “confirmar en la fe”. Ahora, veinte siglos más tarde, el sucesor de Pedro cumple esa misión sabiendo dejar espacio a “quien puede más que yo”. Todo lo podemos mirar con ojos de gestión política y social, pero también lo podemos mirar con los ojos de la fe. Los creyentes en Cristo, los miembros de la Iglesia, debemos sentirnos tranquilos y en paz. Porque “a quien cree, todo lo sirve para el bien” (Rm 8, 28) y, esta decisión de Benedicto XVI, pensada, meditada, libre, es un bien para la Iglesia. La ha sabido servir cuando podía y la ha sabido servir cuando ya no puede, ofreciéndole la generosidad de su renuncia.

Juan Pedro Rivero, (La Opinión). Rector del Seminario y director del ISTIC

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