martes, 12 de febrero de 2013

BENEDICTO XVI, EL PAPA SABIO


Envuelto en la vorágine de los Indianos, expresión de la alegría del pueblo palmero en estas fechas, saltaba la noticia de la renuncia de Benedicto XVI entre la sorpresa y el humor porque parecía una broma carnavalesca. Pero, después de contrastar su veracidad y ante la invitación a escribir unas líneas sobre mi percepción personal sobre él, solo se me ocurre definirlo como un “Papa sabio”.

No me refiero solo a la acumulación de conocimientos, ni siquiera a la capacidad y estrategia para dirigir una institución tan controvertida como la Iglesia, yo me refiero a la “sabiduría bíblica” descrita, sobre todo, en Sb 9,1-6.9-11. Una virtud que suplicaban quienes se sentían llamados a un ministerio con mucha responsabilidad y que, seguro, Benedicto XVI suplicó como “obrero de la viña del Señor”.

Para mí, esa sabiduría, tiene mucho que ver con la humildad y sencillez de quien, sin perder su identidad, desea ser accesible a todos y a todo, sin imitaciones y con creatividad; tiene mucho que ver con una creciente y profunda vida espiritual, fruto del contacto íntimo y sistemático con el Maestro; también tiene que ver con la seriedad en la formación permanente, fruto del estudio y del diálogo, incluso con el que piensa diferente; indudablemente, tiene que ver con la fraternidad, la corresponsabilidad pero, también, con el valor y firmeza en lo innegociable, aunque traiga consigo reconocer delitos que ya no se pueden, ni deben, ocultar más; si bien, por ser “sabiduría divina”, nunca es contraria a la misericordia.

En síntesis, tal y como sucede en la Sagrada Escritura, la sabiduría que caracteriza la vida y ministerio de Benedicto XVI se personifica en Jesús de Nazaret, a Él dedica sus mejores publicaciones en estos años de ministerio papal y, desde Él, entendemos su “gastarse y desgastarse” (2Cor 12, 15) por el Evangelio hasta no poder más, intentando hacernos “redescubrir la alegría de creer y el entusiasmo por comunicar la fe” en una necesaria y urgente nueva evangelización. Yo lo considero creíble y significativo, tanto ad intra como ad extra de la Iglesia y, por eso, como cristiano y sacerdote, desde este rincón del Planeta y aunque nunca lo lea, gracias, perdón y cuente siempre con mi oración y fidelidad, a usted y sus sucesores.

(Juan Antonio Guedes, sacerdote diocesano)

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